DÍA 16. CAMPECHE-MÉRIDA. 9 DE SEPTIEMBRE
Nos levantamos a las 9 de la mañana para prepararnos y dejar el hotel con pena. El desayuno es abundante (zumo de kiwi también), y nos entra dentro del precio de la habitación. Nos hacemos unas fotos con el mar de fondo y pedimos un taxi a la estación de autobuses. El hombre, que también es guía turístico, dice que los europeos somos muy cultos y curiosos, y a mí me comenta con sorna a ver si soy mexicano al preguntarle por qué hay una estatua en homenaje a los niños de Chapultepec en Campeche.
Cogemos los billetes para Mérida (136 pesos) a las 10.15 y nos dicen que el bus sale a las 10.20, aunque parte con algo de retraso. Para las 13.00 ya estamos en Mérida y el calor es también sofocante. Cogemos otro taxi para ir al Hotel Colonial (35 euros/noche), en pleno centro, y enseguida llegamos (40 pesos). Nos dan las habitación 302, pero lo bueno es que hay ascensor, aire acondicionado y una piscina interna con el techo abierto. También está incluido el desayuno, aunque pensábamos que no.
Nos levantamos a las 9 de la mañana para prepararnos y dejar el hotel con pena. El desayuno es abundante (zumo de kiwi también), y nos entra dentro del precio de la habitación. Nos hacemos unas fotos con el mar de fondo y pedimos un taxi a la estación de autobuses. El hombre, que también es guía turístico, dice que los europeos somos muy cultos y curiosos, y a mí me comenta con sorna a ver si soy mexicano al preguntarle por qué hay una estatua en homenaje a los niños de Chapultepec en Campeche.
Cogemos los billetes para Mérida (136 pesos) a las 10.15 y nos dicen que el bus sale a las 10.20, aunque parte con algo de retraso. Para las 13.00 ya estamos en Mérida y el calor es también sofocante. Cogemos otro taxi para ir al Hotel Colonial (35 euros/noche), en pleno centro, y enseguida llegamos (40 pesos). Nos dan las habitación 302, pero lo bueno es que hay ascensor, aire acondicionado y una piscina interna con el techo abierto. También está incluido el desayuno, aunque pensábamos que no.
Nada más salir del hotel nos engatusan para entrar a una tienda y acabamos picando. Pago 600 pesos (30 euros) por una hamaca. Aunque me pedía 950, tengo la sensación de que me han estafado, aunque el hombre tenía su gracia y se lo había ganado con su insistencia. En otras tiendas las veo más baratas, aunque la calidad también puede ser distinta, porque hay de muchos tipos y tejidos. Seguimos viendo tiendas y la verdad es que hay cosas interesantes. Vemos el zócalo, la iglesia de noche, todo iluminado y unos bancos muy curiosos. Por supuesto, como en el resto de ciudades, no faltan los banderines ni las referencias patrióticas para el Día de la Independencia.
Nos tomamos un agua de mandarina y otra de sandía (están riquísimas y las dos cuestan 25 pesos) y tras sentarnos un rato vamos a un bar a cenar donde hay 2x1 en cerveza por el partido entre México y Honduras. Para las 21.15 estamos en el hotel, vemos el final del partido y un documental sobre la caída de Hitler mientras a nosotros se nos caen los párpados. Con lo que soy de trasnochar...
DÍA 17. MÉRIDA Y EXCURSIÓN A CHICHEN ITZÁ. 10 DE SEPTIEMBRE
De nuevo nos pegamos un gran madrugón, ya que hay que coger la excursión y Chichen Itza está a una hora y 45 minutos de Mérida. Por suerte tenemos el desayuno incluido en el precio y hay mucho donde elegir. Tartas de queso, flanes, piña colada…, todo muy bueno. A las 9.15 viene a buscarnos el guía, Juan, con turistas mexicanos, estadounidenses… En la furgoneta vamos cómodos, los dos en un asiento para tres, y el viaje es más o menos ameno.
Durante el trayecto Juan nos va explicando qué tipo de vegetación hay y cómo son las casas mayas (donde duermen en hamacas y están hechas de adobe y hojas de palma, que hacen que mantenga siempre la temperatura). Son 120 kilómetros de viaje. Llegamos a Chichen (la entrada son 110 pesos) y el calor es, un día más, asfixiante, así que no disfrutamos tanto de la visita como en Palenque. En el sol no se puede aguantar y sólo queremos beber agua. Vemos por fuera la pirámide famosa de Kukulkán (una de las siete maravillas), el juego de pelota, el templo de las calaveras, el observatorio astronómico… pero no se puede acceder a ningún edificio, sólo de fuera. Compramos dos figuras muy chulas a la salida (300 pesos) y nos regalan una pequeña de la diosa del amor.
De regreso a Mérida nos preparamos y vamos a dar una vuelta. Tomamos unos helados y alquilamos una carreta de caballos (220 pesos) para recorrer el centro histórico y el famoso Paseo Montejo. Hay allí unas casas y mansiones impresionantes y un monumento a las culturas precioso que incluye los escudos de todos los estados mexicanos (me suena que son 32). También compramos plata en una joyería y vemos un espectáculo de música y poesía en la plaza de Santa Lucía antes de cenamos en un Burger King algo rápido.
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