martes, 16 de marzo de 2010

MÉXICO 2009 (3ª PARTE)

DÍA 9. OAXACA. 2 DE SEPTIEMBRE

Nos levantamos para las 8.15 ya que la vecina de habitación no hace más que hablar y gritar (ha estado así toda la noche, yo creo que influenciada por Baco). Desayunamos en otro The Italian Coffee que hay por ahí cerca (yo frappé de moka y ella pastel de fresa y capuchino rompope, que lleva alcohol; todo 90 pesos). A las 10.00 cogemos el taxi a la CAPU, estación de autobuses (60 pesos) de allí, y al llegar compramos los billetes para Oaxaca en la ventanilla de la compañía ADO (290 pesos cada uno).

En un cuarto de hora nos montamos en el bus, 10.45, y salimos. El viaje, en el que vemos dos pelis, es un poco largo, aunque tampoco excesivamente pesado, y eso que son 320 kilómetros. A 20 kilómetros de Oaxaca nos retienen unos diez minutos unos piquetes porque hay huelga de un sindicato de maestros (todo quedó una anécdota). Al llegar, la estación nos es muy grande, lo que da más seguridad (he de confesar que con todo lo que cuentan sobre México siempre estás alerta). El taxista es muy majo, da seguridad y nos explica todo lo que hay para ver en la ciudad.

Llegamos al hotel, Hotel Francia (28 euros por noche) y sorprende que parece un viejo monasterio, con un patio con columnas, con techos muy altos, imágenes religiosas colgadas por algunas paredes… Decidimos salir a comer cerca, junto al zócalo, en un restaurante que se llama El Importador. Mi novia come crepes con jamón, yo quesadillas; ella pide té con canela de postre y yo banana split (280 pesos, algo caro para lo que solíamos pagar, pero regalado…).

También, por recomendación de las guías, decidimos comprar el billete para el viernes a San Cristóbal de las Casas (408 pesos cada uno, algo caro pero hay que tener en cuenta que son "sólo" 11 horas de autobús). Al hilo de los transportes, es curioso que en los autobuses, al subirte, te pasan un detector de metales para ver lo que llevas.

Por la tarde damos una vuelta por Oaxaca, hay bailes de danzón, payasos… Nos sentamos en una terraza y yo tomo una michelada por curiosidad y es bastante mala (cerveza con sal y salsa como de tomate). Después cenamos en uno de los restaurantes más prestigiosos y con mejores vistas del zócalo, el Asador Vasco, que sale en la guía. Comemos pulpo a la gallega de aperitivo y para segundo yo camarones (gambas grandes al ajillo en una tartera) y ella escalope a la milanesa. Después tomamos unos cafés muy buenos (yo capuchino con canela) y para postre, haciendo honor a la tierra, un pacharán Zoco que me sabe a gloria (558 pesos todo, unos 30 euros). Volvemos al hotel y me echo un cigarro agustísimo en el balcón de la habitación, que da a la bulliciosísima calle 20 de noviembre.


DÍA 10. OAXACA. 3 DE SEPTIEMBRE

Madrugamos de nuevo tras una mala (pésima) noche de descanso. El hotel está bien pero la habitación da la calle y la calidad de las ventanas hace que se oiga el tráfico como si no hubiera pared. Desayunamos unos cornflakes con sucarita en el restaurante del hotel (nos regalan un plátano, todo 90 pesos) y vamos a contratar una excursión con la agencia de turismo El convento, ya que es la que nos recomiendan. Nos recoge la furgoneta, nos lleva al hotel Camino Real (es impresionante) y pagamos dos excursiones allí (la de hoy 180 pesos) ya que la agencia tiene su sede en el hotel. Nos montan en la furgoneta con una pareja de mexicanos y otra de Bilbao y lo primero vemos el Árbol de El Tule, el más ancho del mundo y que tiene 2.000 años de antigüedad (5 pesos la entrada).

De allí nos llevan a Teotitlán del Valle, una pequeña población donde usan tintes naturales para teñir la lana y luego hacer maravillas. Nos enseñan el proceso (la cochinilla con el ph de cada persona toma un color, con los frutos secos se consigue otro…). Es muy chulo. Nos enseñan sus trabajos y nos dicen los precios, que son caros aunque algunos telares tardan siete meses en hacerlos, y la mano de obra encarece mucho el producto.

De allí nos dirigimos a las ruinas de Mitla (37 pesos persona) donde hay un templo bastante bien conservado. El guía nos explica su historia (mosaicos de los cuatro elementos, por qué las escaleras son tan pronunciadas: para subir de lado y no mirar de frente al dios cuando subes ni darle la espalda del todo cuando bajas...). Está bien, es interesante. Luego los dos Indiana Jones nos metemos en una tumba subterránea, que es muy profunda aunque con poca altura y huele muy fuerte dentro.
De regreso a Oaxaca charlamos con los chicos de Bilbao y con el guía y éste nos cuenta de dónde viene lo de gringos ("green-go", iros, verdes, en referencia al ejército extranjero) y otras historias de su país. Al llegar nos vamos a comer al zócalo a un restaurante que se llama Terranova. Comemos una botana oaxaqueña para los dos (queso, quesadillas, tasajo, chorizo…). No la podemos acabar porque es muy grande. Para postre tomamos un jugo (zumo) de papaya y otro de sandía. Son auténticos por el sabor.

Lo único malo es que los vendedores ambulantes no parar de dar la murga (les ofrezco una torta y no quieren, así que hambre no tienen). Vamos a ver el Museo Casa Juárez (allí vivió el ex presidente) pero está cerrado por las malditas huelgas. El Museo de las Culturas cierra a las 18.00 y no a las 19.00, por lo que también nos quedamos sin verlo. Al menos podemos visitar la iglesia de Santo Domingo, chulísima y cubierta de oro por todos los rincones. Contratamos también el espectáculo de la Guelaguetza en el Hotel Monte Albán, compramos cds con música mexicana, agua de horchata, una camiseta nike de México sin mangas (240 pesos) y escribimos por Internet a casa.

Vamos al Hotel Monte Albán y resulta que se ha suspendido el espectáculo ya que los bailarines no pueden llegar por la huelga. Nos devuelven el dinero y vamos a comer dos bocatas de jamón y queso, aunque vienen con muchos más ingredientes (140 pesos). Para las 22.30 ya estamos en la cama, como las abuelas...


DÍA 11. OAXACA-SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS. 4 DE SEPTIEMBRE

Volvemos al levantarnos pronto (esta noche hemos dormido un poco mejor) para ir de excursión después de desayunar en el hotel (90 pesos). Muy majo el camarero. Dejamos las maletas en la consigna y a las 9.50 viene a buscarnos el guía, Moisés Michelón. Con nosotros iba gente de México y Brasil, pero entablamos más relación con los mexicanos Manuel Salazar y su esposa.

Primero visitamos Monte Albán (monte blanco), que está en un alto, en un cerro cortado para construir la ciudad (la entrada 51 pesos). Vemos el museo de sitio y después las ruinas: el juego de pelota sin aros (al ganador lo sacrificaban porque era un honor), hacemos lo de la palmada y el eco, y vemos las ruinas tras comprar una máscara maya a un veterano artesano de Arrazola (250 pesos tras mucho regatear).
De allí nos llevan al pueblo de Arrazola, donde vemos un taller de alebrijes (muñecos fruto de la "alucinación divina", que es lo que significa). Esculpen la madera de los troncos, crean con muchas paciencia las figuras y las pintan. Más tarde vemos el ex convento de Culiapán de Guerrero, donde mataron al segundo presidente mexicano, Vicente Guerrero (14 de febrero de 1831). Vemos los muros, que están sin acabar, y comprobamos que allí se mezclan un montón de estilos arquitectónicos, incluso detalles de arte indígena, como la pila bautismal, con la cara triste de un querubín con rasgos indígenas (triste, se supone, porque habían llegado los conquistadores españoles). El guía nos cuenta que tiene mucha importancia el lugar porque en 1979 el Papa Juan Pablo II pidió perdón allí por la sangre derramada contra los indígenas por primera vez en representación de la Iglesia Católica. Toda la excursión cuesta 600 pesos.

Más tarde nos dirigimos a comer a San Bartolo Coyotepec (120 pesos el buffet libre). Probamos mole negro con carne, arroz con leche… Al terminar visitamos a una familia que hace decoración con barro negro, famoso allí y que obtiene ese color porque tiene mucho manganeso, y al calentarse y cocerse se pone negro. Son ocho horas de cocción cada pieza y si se pone 18 horas se queda como de metal, que es mejor para darle una utilidad como por ejemplo un jarrón con agua (los otros son de decoración). Compramos tres figuritas, pero había un montón, de todos los tamaños, y no eran nada caras. El problema es el viaje de vuelta y el avión, que se pueden romper.

De vuelta a Oaxaca tomamos un refresco en el hotel (80 pesos), damos una vuelta para escribir a casa un e-mail y mi novia le compra a su hermano una camiseta. Volvemos a cenar al hotel, y allí estaban Manuel y su mujer. Cómo no, compartimos mesa y nos invitan a ir a su casa del DF cuando queramos. Cogemos un taxi para ir a la estación de autobuses (50 pesos) y a las 21.00 tomamos el autobús a San Cristóbal de las Casas, una carretera llena de curvas y estrecha (mi novia dice que vio ciervos a menos de un metro del autobús mientras yo dormía). Y es que, me he dormido casi hasta las 3.00 y porque hemos parado en un bar de carretera, casi en plena selva, para ir al baño y tomar una cerveza.

Es curioso, ahora que me acuerdo, que una chica se haya subido al autobús a grabarnos a todos antes de partir con una cámara de vídeo. Suponemos que para tenernos a todos identificados por si pasa algo raro en el viaje. Es un detalle tranquilizador.

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