martes, 31 de agosto de 2010

ASIA 2010 (10ª PARTE)

DÍA 10. 31 DE AGOSTO. BALI

Hoy es nuestro último día en Bali, pero tenemos por delante muchas horas para disfrutar de las playas y del ambiente que hay por aquí. Nos despertamos para las 9 después de una buena noche en un hotel tan cómodo como éste, el Tanaya Bed and Breakfast. Y como su nombre indica, el desayuno está incluido, aunque no es muy variado. Hoy toca un pequeño bocadillo vegetal, eso es obligado, y después te dan zumo, café y una ensalada de fruta. Vamos, que tampoco nos podemos quejar.

Nos arreglamos para ir a la playa, que está a unos cinco-diez minutos del hotel en línea recta. La playa es gigante, aunque hay unas olas que hace que está la bandera roja. Aun así, nos metemos unos metros, ya que los surfistas están por ahí danzando (por cierto, si quieres hay un montón de monitores que te pueden enseñar, aunque no hemos preguntado precio. Quizá si estuviéramos más días, nos animaríamos). Hay un montón practicando, igual la mitad de los que estamos ahí. Lo bueno es que en la arenas no hay apenas gente, y eso que no son las primeras horas de la mañana. Tenemos para nosotros solos más de 100 metros cuadrados, lo que es una gozada. Además, el agua está limpísima, se ve el fondo y es de color azul casi turquesa. No tanto como en el Caribe, pero se le acerca. Además, como hay olas gigantes, hace que sea más divertido.


En un par de horas nos bañamos tres o cuatro veces, y es que el calor aprieta, así que nos rociamos de arriba debajo de crema protectora. En definitiva, pasamos una mañana de máximo relax para cargar las pilas antes de cambiar de destino, además de darnos un pequeño paseíllo por las playas. De allí nos vamos al hotel, nos duchamos y nos vamos a buscar un sitio para comer antes de regresar a la playa. Ya tenemos un cierto tono morenillo. Antes, eso sí, tengo que llamar por teléfono a mi abuela, que cumple los años. Que no se me olvide, que cumpla muchos más y que siga tan guapa.

La tarde la hemos pasado también en la playa hasta las 18.30, aunque por ratos se nublaba. Aun así, ya estamos bastante rojos de un día de playa, así que cuando vayamos a Phuket, si no llueve, vamos a estar tostados. Lo mejor de toda la tarde ha sido la puesta de sol, increíble. Los tonos de luz en el horizonte daban mucho juego para hacer fotos, contraluces y demás. No sé ni cuántas hemos hecho, pero nos vamos con más de 2.000 sólo de Bali. En total superamos con creces las 3.000 en apenas diez días de viaje.

Más tarde hemos ido a dar una vuelta, a comprar algo, un reloj muy chulo por pocos euros (en algunos sitios te pedían 100 euros por una falsificación, son unos frikis), y a cenar por 10 un par de hamburguesas. También hemos visto el monumento conmemorativo que hay a pocos metros del hotel por las 200 víctimas del atentado que hubo aquí en el año 2002 en una discoteca. Ponía los nombres de todas las víctimas y su nacionalidad; la gran mayoría eran australianos.

Nos hemos ido pronto al hotel porque mañana hay que volver a madrugar un montón, a las 3.00 de la madrugada, teniendo en cuenta que el vuelo sale a las 6.00 hacia Kuala Lumpur. Nos vamos con un poco de pena de no haber disfrutado más de esta zona playera, pero no nos daba tiempo y había que ver el resto de la isla. Legian, situada junto a Kuta, es una ciudad con cientos de tiendas de todo tipo donde puedes comprar prácticamente de todo. Tampoco hemos podido darnos un masaje balinés, pero teniendo aún ocho días por delante en Tailandia, nos daremos allí unos cuantos.

Como curiosidad, nos ha sorprendido que a las diez de la noche aún estaban unos obreros currando para arreglar una carretera en medio de la ciudad. También, que en muchos sitios te venden botellas de vodka rellenadas de gasolina por si tienes una urgencia, supongo que sobre todo en el caso de las motos. Por lo demás, hoy no ha habido ningún percance de intentar timarnos, y la gente con la que hemos tratado ha sido, en la inmensa mayoría de los casos, muy cordial y simpática. Hablando entre nosotros dos, hay consenso: la isla es una pasada de sitio, súper bonita y con unos paisajes increíbles, y además no es muy grande, por lo que se puede recorrer entera en pocos días. En su contra, lo que decía del continuo intento de rascarle el bolsillo al turista, muchas veces con malas artes.


En Tailandia no hemos visto nada de eso. Tú, por ejemplo, le decías a un taxista tu destino, negociabas el precio y si no había acuerdo, el tío se iba. Aquí te dicen que sí y, luego, cuando te han dado el servicio, llega la sorpresa. ¿Es Bali un lugar recomendable? Quizá sea obligado visitarlo una vez en la vida por su belleza, pero eso sí, estando todo el día con pies de plomo y preparando dinero para repartir por todos los sitios, cuales Reyes Magos de oriente. Nosotros, lo tenemos claro, no creo que volvamos, todo lo contrario que a otros muchos sitios en los que hemos estado.
Eso sí, sus paisajes son inigualables, mucha de su gente también. Quizá con el tiempo lo veamos todo con otros ojos.

lunes, 30 de agosto de 2010

ASIA 2010 (9ª PARTE)

DÍA 9. 30 DE AGOSTO. BALI

Nos levantamos pronto, igual que el día anterior, para seguir con nuestras excursiones por Bali. Nos da pena, mucha, irnos de este espectacular hotel de Ubud, aunque ayer por la noche vimos una especie de lagartijas rondando la habitación y un montón de hormigas. Es lo que tiene dormir en medio de la nada, aunque el hotel era seguramente el más auténtico que hayamos visto en nuestra vida.

Nuestro primer destino es el templo de Taran Ayun, al que llegamos tras media hora de camino en coche. Después de haber visto tantos, lo cierto es que es difícil sorprenderte. En éste, hay uno muy alto al que se puede acceder por unas escaleras estrechas, proporcionando unas bonitas vistas de la zona. El complejo también tiene muchas zonas de agua, de hecho, justo al lado pasa el río Ayung, el más grande de la isla.

De allí hemos ido hasta Bedugul para ver el gran lago que hay en las cercanías y, más tarde, tras una escarpada cuesta con multitud de sinuosas curvas, hemos llegado a las cascadas de Git Git. Allí ha venido un guía en inglés, le hemos dicho varias veces que no, pero al final nos han dicho como que era obligatorio, aunque resulta que no lo era. Lo peor es que al acabar se ha desdicho del precio inicial, 5 euros, y decía que nos había dicho 10. Tras discutir, le hemos pagado pero dejándole bien claro que era un timador. Las cascadas, hay varias, son muy bonitas, y el paseo de alrededor también lo es, incluso en una de ellas te puedes bañar.


Lo malo es que el sabor de boca que nos ha quedado es malo, y es que son ya muchas las veces que nos han intentado timar, y nos estamos hartando ya un poco de Bali. Todo el mundo se aprovecha de los turistas, y se valen de que es poco dinero para que no armemos un cristo grande. Pero la moral aquí no existe, y eso hace que los visitantes tengamos que estar siempre con siete sentidos, luego contaré por qué. De ser un sitio paradisiaco ha pasado, para nosotros dos, a ser un destino con grandes paisajes y riqueza natural pero con una gente muchísimo menos agradable que la de Tailandia. Desde luego, será muy difícil que volvamos, y es una pena.

Nuestra siguiente parada la hemos hecho en los arrozales de Jatiluwih, donde hemos comido por 12 euros cada uno el mismo buffet, más o menos, que el día anterior. He probado un montón de salsas, y creo que todas picaban bastante, aunque a mí me encanta. También me he animado con un postre que llaman Black rice (arroz negro). Cuando lo hechas al cuenco parece morcilla, pero luego le echan una crema similar a la leche y parece, en el sabor, arroz con leche. Estaba muy bueno. Cuando nos han traído la cuenta, un poco harto ya de todo, la he revisado por encima y me he dado cuenta de que, de nuevo, nos habían cobrado 3 euros de más. Le he dicho que “na, nai”, y entonces me ha pedido perdón tres o cuatro veces. Pero si cuela, cuela.


 Con el estómago lleno, hemos tenido que cubrir un buen trecho para llegar hasta nuestra penúltima visita. El viaje, como todos, ha sido interesante, y es que, mires donde mires, todo en la isla es verde y la gente te sorprende a casa instante desde el coche. Hemos visto hasta cinco personas montadas en una moto, a mujeres llevando en la cabeza de todo, gente transportando cualquier cosa… Al final hemos llegado a Alas Kedaton, un templo más pero que tiene de especial que hay 800 monos, al igual que en el Monkey Forest de Ubud, campando a sus anchas y unos murciélagos en las copas de los árboles que son de tamaño como Batman, más de un metro de alas con ellas extendidas. Impresionantes. Una mujer de 42 años pero que aparentaba 60 se ha ofrecido a hacernos de guía, pero para eso había que pasar luego por su tienda. Cuando las cosas se piden con amabilidad y sinceridad, da gusto. Se atrevía un poco con el español, nos ha hecho fotos, espantaba a los monos que se acercasen y nos ha explicado todo lo que sabía. Al final hemos acabado comprándole un cenicero de madera de recuerdo como agradecimiento a su tiempo. Así, sí.


La última parada ha sido el templo de Tanah Lot, famoso porque se llena durante la puesta de sol, a partir de las 5 de la tarde. Con lo cual, estaba lleno. Esta zona está sobre varias rocas en la playa, y la verdad es que las vistas son increíbles. Cómo no, también hay que pagar por entrar, algo que cansa mucho. Se supone que es el mar y unas rocas lo que quieres ver, y te cobran por eso, cuando, además, no te dejan entrar a los templos. Unas vistas bonitas para guardar en la retina, y también te puedes bañar en el mar.

Lo peor, sin duda, del día, ha venido cuando nos íbamos de allí al hotel, que está en la zona más turística de Bali. Nosotros lo tenemos en Legian, pero está unido con Seminyak y Kuta, todo turismo y playa. Antes de llegar le hemos dicho al guía que nos parase en un sitio a cambiar dinero, 100 euros. El chico ha empezado a darnos billetes pequeños, de 2 euros, le hemos dicho a ver si tenía más grande, y ha dicho que no. Cuando nos lo ha dado, lo hemos contado y faltaba pasta, entonces la ha contado él delante nuestra y estaba bien. Como no nos fiábamos, la he vuelto a contar y volvía a faltar. Él ha vuelto a contar y bien, y a la que nos íbamos, de nuevo faltaba dinero, 27 euros. Vamos, que hay que estar muy al loro con algunas casa de cambio, son unos auténticos sinvergüenzas. Y encima eran dos críos, a los que me han entrado ganas de dejarles un recuerdo. Hemos decidido llevarnos los euros y cambiar en otro sitio sin trileros.


Al final hemos llegado al hotel, el Tanaya Bed and Breakfast, que está en la calle principal. Tenemos la habitación deluxe por 43 euros la noche incluido desayuno y el hotel está nuevo, con una habitación grande, aire acondicionado, un baño grande, televisión de pantalla plana…, y encima está todo limpísimo. Tras descansar un rato hemos salido a dar una vuelta, pero vamos, esto es como Salou o Playa del Carmen, tiendas, restaurantes, tiendas, restaurantes, sitios de masajes, restaurantes… eso sí, en media hora me han ofrecido como cuatro o cinco personas distintas, sentadas en las aceras, marihuana. Yo flipo, o sea que entrar droga al país es pena de muerte, pero luego te la ofrecen en cualquier esquina. Y supongo que si la venden será porque alguien la compra. En fin.


Tras ver tres o cuatro menús en varios restaurantes, hemos terminado cenando en uno que se llama Blue Skyz. Estaba lleno de guiris, y eso siempre es buena señal. Hemos comido una hamburguesa completa y un sándwich completo gigante, con bebidas y postre, por menos de 12 euros, así que igual mañana repetimos. En cuanto a las compras, aquí hay tiendas de marca buenas y también las típicas falsificaciones. Hay relojes Breitling muy chulos, por ejemplo, por 13 euros. Por unas Nike muy mal falsificadas me pedían 65 después de probármelas, y me ido descojonándome de la risa. Nuevamente nos vamos pronto a la cama, que mañana queremos aprovechar el día de playa, el último en Bali. Kuala Lumpur, la capital de Malasia, nos espera

domingo, 29 de agosto de 2010

ASIA 2010 (8ª PARTE)

DÍA 8. 29 DE AGOSTO. BALI

Hoy hemos amanecido mucho más temprano, y para las 8.30 ya estábamos desayunando en el hotel, pues a las 9.00 habíamos quedado con el guía. Nos esperaba un duro día por delante, ocho horas recorriendo el este y el norte de la isla, numerosos sitios. De Ubud hemos ido a ver una fábrica de plata donde había miles de objetos, también hemos visto cómo recogían flores en una plantación, hemos visto el templo de la ciudad de Klungkung, el templo (pura) de Kehen, el pueblo tradicional de Penglipuran y su bosque de bambú, el volcán y el lago Batur desde Kintamaní, el templo de Gunung Kawi y Sebatu, que es una pasada, y finalmente, hemos visto un arrozal, el de Tegallang llegando al hotel casi a las 5.00 de la tarde. La excursión de todo el día con el chófer para nosotros dos solos nos ha costado 500.000 rupias (45 euros), aunque le hemos pagado la comida, otros 10, y entre entradas a los sitios y demás nos habremos gastado otros 15.


La primera parada, en la factoría de plata, ha sido corta, porque no teníamos intención de comprar nada, y así ha sido. Todo muy bonito, pero en marcha enseguida. Eso sí, la de la tienda nos seguía muy de cerca. En ese momento el guía ha dicho que mejor no ir a Besakith porque es muy parecido a un templo que íbamos a visitar, aunque en realidad está considerado el Templo Madre de Bali. Como pilla un poco a desmano y los templos son todos parecidos, hemos aceptado. De allí hemos ido a Klungkun, a ver el templo que en su día fue del rey y que luego ocuparon los holandese. Para evitar que nos dieran la chapa, nos hemos comprado un par de sarongs por unos 10 euros a una señoras que había a la entrada. De esta forma pensábamos que ya no nos iban a agobiar en más sitios para vendernos, pero qué va. Si tienes te dicen que para tu madre, para tu hermana..., todo el mundo aquí vende algo.



Al entrar, un señor que hablaba medianamente bien español se ha ofrecido a hacernos de guía en el templo por "la voluntad". Ha estado bien, aunque ha sido un cuarto de hora. Nos ha explicado unas pinturas que había en el antiguo palacio de justicia y los distintos castigos que se daban por los pecados como incesto, maltrato de animales, la vagueza..., ha sido cuiroso. Luego, en el edificio ceremonial, nos ha comentado que según su religión los que se portan bien en su vida van el paraíso y los que no, sufren un castigo y luego se reencarnan hasta que son buenos, algo así.También es curioso que en Bali cada año tiene seis meses de 35 días, es decir, 210 días. Así pues, un chico de diez años en España, aquí tendría varios más. Muy curioso. El mal sabor de boca ha llegado cuando le hemos dado 20.000 rupias al señor (2 euros), y nos ha dicho que era, más o menos, una mierda. Nos ha hinchado un poco, porque aquí pagas por todo, te están sangrando continuamente, y aunque es poco dinero, abusan demasiado del turista, como si fuéramos tontos.

Desde allí hemos ido hasta Kehen, donde a la entrada hay otro templo muy chulo. Enseguida ha venido un hombre a pedirnos la voluntad y nos ha puesto una faja rosa, y una mujer nos ha puesto una flor amarilla también pidiendo su parte. En el templo estábamos solos, y se apreciaba una cierta paz, aunque sin guía español, tampoco sabes muy bien lo que estás viendo. Como originalidad, aquí había una especie de torre, acabada en punta, que también hay en otros templos de la isla.


La siguiente parada ha sido en el cercano pueblo tradicional de Penglirupan, donde una familia nos ha enseñado como es su casa. Tenían la cocina separada del resto y con una especie de fuego como hace 50 años en España. También nos han intentado vender souvenirs y hemos visto el pequeño templo privado que hay en cada casa. Llamaba la atención lo limpia que estaba la calle principal y lo ordenadas que estaban todas las casas. Cuando entras, te asignan un número de casa para visitar. Tanmbién hemos visto el templo y el bosque de bambú que hay a pocos metros.

Desde allí, hemos ido al pueblo de Kintamaní a comer en un restaurante con una espectaculares vistas del volcán Batur y del lago con el mismo nombre. Es increíble el paisaje y la comida estaba buenísima. Por 10 euros por persona (no nos han cobrado los impuestos al pagar en euros), teníamos buffet libre y hemos comido allí con el guía de todo: arroz, pinchos morunos de pollo, espinacas rebozadas, carne de cerdo con pimiento rojo, una especie de mini-rollito de primavera, y para postre unas frutas muy raras y un plátano frito que estaba muy bueno, super dulce. Lo curioso es que a nuestro guía le ha encantado la comida, y para demostrárnoslo, como si no se lo viéramos en la cara, ha eructado tres o cuatro veces diciendo "Very good, very good".
Con el estómago lleno cogemos el coche para dirigirnos al famoso templo de Gugung Kawi y Sebatu. la verdad es que llegamos más o menos enseguida, estos desplazamientos no son muy largos, todos de menos de media hora. Allí volvemos a pagar la entrada, nos ponemos los sarongs de flores y para adentro, Este templo se diferencia de los demás en que tiene varias zonas con agua, con chorros cayendo y pequeños estanques con peces. Según nos dicen, en unos se bañan los hombres y en otros las mujeres. Es muy bonito y su visita merece la pena, sobre todo si es con un guía que hable español, eso por supuesto.

La última parada del día es en los arrozales de Tegalalang. Ahí llegamos y está lleno de turistas y de gente, muchos niños, vendiendo souvenirs. Una niña nos ha seguido lo menos cien metros dando la chapa, pero al final, nada, estábamos un poquito hartos ya de abrir el monedero. En cuanto a las vistas de los arrozales, con distintas terrazas para ir drenándolos, son espectaculares, todas verdes desde la lejanía, se asemeja en alguna forma con el Machu Pichu, por las fotos y reportajes que he podido ver. Ahí os dejo una foto para que podáis verlo vosotros mismos.

A las 5.00 de la tarde, el guía nos deja en el hotel después de pagarle lo acordado. Tomamos un refresco y nos vamos para Ubud andando a ver si podemos hacernos con el cuadro que tanto nos gustó ayer y que tan bien pega en el cuarto de estar. Ayer nos pedía la dueña, una señora mayor, 54 euros por él. Es gigante, pero no estamos dispuestos a pagar más de 36. Llegamos al sitio y ella no se acordaba de nosotros, pero empieza pidiendo el mismo precio. Yo, acostrumbrado ya a regatear todo después de ocho días por estas tierras, le digo que le pagamos 18 euros. Ella dice que 36, yo le digo que 20..., vamos, que después de un minuto nos lo acabamos llevando por 24 euros para casa. Eso sí, lógicamente sólo la tela, ya que el armazón de madera no podemos transportarlo y habrá que buscarle uno cuando lleguemos.

Aún es pronto, las 7.30, pero tenemos hambre y encontramos un local con música joven en el que acabamos cenando muy, muy bien y por 10,5 euros. Se llama Bamboo Bar, y cenamos una pizza, unos tacos mexicanos de pollo y terner y tres refrescos por apenas 10,5 euros. Bueno, bonito y barato, muy recomendable. Al acabar, nos regresamos a casa andando recordando anécdotas del día. Por ejemplo, que la gasolina aquí vale 0,40 céntimos de euros el litro (más de 22 litros por 9 euros); que en Bali, para adelantar en la carretera no se usan los intermitentes, sino que tocas el claxon y el de adelante ya sabe que vas a pasarle; también conducen motos niños que no pasarán de los siete u ocho años.

Por último, hemos tenido la suerte de ver desde la distancia un entierro balinés, es decir, una cremación, ya que aquí se quema a los muertos. El guía nos ha dicho que podíamos parar el coche y verlo, pero aunque nos parecía muy curioso, también nos parece un poco irrespetuoso, no sé. Por lo demás, ya hemos visto en las noticias que ha habido una gran erupción volcánica en Sumatra, una isla cerca de aquí, pero tranquilos está a muchísimos kilómetros. Lo que es curioso es que el volcán llevaba 400 años sin actividad. Si es que, somos un poco gafes...

Hoy nos iremos pronto a la cama, que tenemos que hacer las maletas, ya que mañana cambiamos de sede. Ubud está en el centro de la isla, y ahora nos vamos a la zona playera, al sur, a una ciudad que se llama Legian. Por el camino, -nos llevará el guía- veremos otras cosas típicas de aquí, como Taman Ayun, Alas Kedaton, Batiluwih, el templo de Bedugul, las cataratas de Git Git y la puesta de sol en Tanah Lot, que dicen que es espectacular.

sábado, 28 de agosto de 2010

ASIA 2010 (7ª PARTE)

DÍA 7. 28 DE AGOSTO. BALI

Después de la paliza del día anterior, tocaba dormir y mucho. Aunque nos hemos pasado, ya que hasta las 11.30 de la mañana no hemos amanecido, trece horas después. Había que recuperar. A semejantes horas, ya nos hemos quedado sin desayuno y hemos optado por apurar la mañana en la piscina del hotel, relajándonos y tomando un poco el sol. Hemos comido también en el hotel, hoy súper occidental, macarrones o espaghettis con tomate, y huevos fritos. Eso sí que es bueno.

Más tarde, sobre las 16.00 horas, bajando al pueblo hemos conocido a un taxista, con el que hemos decidido negociar las excursiones para estos días; todas, tres días y llevándonos hasta el hotel de la costa, por 1,3 millones de rupias (130 euros). Podía haber sido más barato y con un guía en español, pero a pesar de que nos dijeron antes de llegar que había muchos, hemos preguntado a seis o siete y justo saben inglés. Hoy nos ha llevado al Bosque de los Monos, en Ubud, a Goa Gajah (la cueva de los elefantes) y después a Gyanyar, una ciudad importante en la isla, a ver un mercado tradicional balinés.

Lo primero en visitar hoy ha sido el templo de los monos, 20.000 rupias por persona (menos de 2 euros). Es una especie de paseo con mucha zona verde y caminos de cemento, con fuentes y templos, por los que los monos campan a sus anchas. Hemos visto cientos, muchas crías, y algunos con bastante mala leche. Dicen que hay que tener cuidado, porque intentan robarte las gafas de sol, la gorra o la cámara de fotos si no tienes cuidado. Y si les das dinero o comida, te lo devuelven porque alguien los debe de tener amaestrados. No hemos visto nada de eso, aunque sí a uno que le intentaba meter la mano a un turista y otro que ha arañado a una mujer. A nosotros nos dan un poco de asquete, así que nos hemos arrimado poco por si acaso. En el bosque te venden unas cuantas bananas por 20.000 rupias y cuando las ven los monos te las quitan de las manos. Vamos, que ha estado entretenido. Se comportan como humanos, cuidando a sús crías. Uno, incluso, masticaba una bombilla, otro abría una botella de agua y había otro quitándole a un compañero que estaba tumbado los pinchos que llevaba en el trasero. Muy curioso.


De allí nos hemos ido hasta Goa Gajah (la conocida cueva de los elefantes), a 20-25 minutos de Ubud en coche. Hemos pagado algo menos de 3 euros los dos por la entrada, y a mí me han obligado a poner un sarong (una especie de pañuelo grande para tapar las piernas al llevar pantalón corto). Es obligado para entrar, al igual que está prohibido que entren las mujeres si están con la menstruación. No sé, es un poco raro. La cueva en sí es pequeña y no hay más que dos pequeños altares dentro, aunque la entrada es muy chula, con un dibujo tallado en la piedra. Hay, además, un largo paseo por la zona, con pequeños lagos, un río, la naturaleza en Bali es una pasada. Un señor parecido a Miyagi el de karate Kid nos llama para que hagamos una ofrenda a su Dios, y luego nos dice que sigamos un camino. Después de media hora andando junto con otra pareja de guiris, decidimos volvernos porque no encontramos nada y el camino se está estrechando, habiendo abajo un hermoso precipicio. A la vuelta nos dice que hay una cueva espectacular.. quizá sí, pero queda poco para que sea de noche y pasamos olímpicamente de meternos en un lío.


De Goa Gajah nos vamos ya para Gyanyar, que se está empezando a hacer de noche. Llegamos enseguida y vemos el mercado tradicional balinés. Lo mejor que tiene es que es muy auténtico y en una hora sólo vemos a otros dos turistas. La gente no está tan acostumbrada a ver guiris por aquí, o al menos eso parece, porque nos miran a los dos de arriba abajo. La mitad de los puestos son de comida, y unos huelen muy bien, los otros de relojes, ropa, colgantes, sandalias... Los precios son súper baratos, más incluso que en Tailandia. Hay camisetas por 1 euros, aunque no son muy chulas, pantalonetas de equipos de fútbol por 1 euros, relojes por 7..., aunque nada es demasiado bonito en nuestra opinión. Al final, compramos algún recuerdillo y una cosa que llevaba años buscando por distintos países, un cinturón con cremallera interior para meter el dinero. Imitación de Hugo Boss, nos ha costado 3,5 euros. Un chollo.

Desde allí nos hemos vuelto para Ubud, hemos dado un paseo y hemos visto unos cuadros chulísimos que maña, quizá, compremos. Son una pasada y el precio inicial, son muy grandes, era de 53 euros, aunque la misma señora nos ha dicho que se puede negociar. A ver mañana. Justo al lado hemos visto también la primera persona pidiendo limosna. A pesar de que hay penurias, es curioso que nadie pide por la calle, cuando en España hay un montón.


Justo al lado, hemos parado a comprar tabaco (el Lucky vale 10.500 rupias, unos 90 céntimos) y un sitio con marisco ha llamad nuestra atención. Al final, la mariscada que nos íbamos a dar se ha quedado en medio mariscada, ya que se les habían acabado la langosta y los centollos. Aun así, por 27 euros hemos comido bogavante, gambas, pulpo, atún y un pescado parecido al mero que estaba riquísimo. Habrá otra intentona tarde o temprano. De allí, sobre las 21.30, hemos cogido un taxi y nos hemos ido a la cama (1,5 euros). Mañana hemos quedado a las 9.00 con Derik, nuestro guía, y nos espera una buena paliza para ver sitios. Bali nos sigue emocionando y la gente también, esmuy cariñosa y educada. Eso sí, el 90% habla un inglés que no hay quien lo entienda. Y luego decimos que nosotros hablamos mal...

viernes, 27 de agosto de 2010

ASIA 2010 (6ª PARTE)

DÍA 6. 27 DE AGOSTO. DE BANGKOK A BALI

La noche no ha podido ser peor. MJ ha dormido poco, pero yo casi nada, por decir algo. Con los nervios de tener que levantarnos tan temprano, me he dormido nada más echarme a la cama, pero a la hora me he despertado con los ojos como platos y ya no ha habido forma de continuar, así que he aprovechado para leer información de Bali, nuestro siguiente destino, que llevaba descargada en el ordenador.

A las 3.00, que se dice pronto, hemos desayunado en la habitación y en media hora estábamos cogiendo ya un taxi en recepción rumbo al aeropuerto (470 baths nos han pedido, más caro que en la ida, pero no eran horas de regatear). Daba gusto la carretera, apenas había tráfico, aunque aún así hemos tardado creo que 32 minutos. El taxista, muy amable, nos ha llevado hasta la puerta donde teníamos que facturar con Air Asia. La verdad es que nos llevamos un grandísimo recuerdo de la gente de Tailandia tras este primer acercamiento, y en unos días volvemos. Siempre tienen una sonrisa en la boca y parecen superfelices, haciendo mucha vida social en la calle. Hay cosas que los occidentales deberíamos aprender.
Llegamos dos horas antes de salir el vuelo al aeropuerto, que nos llama mucho más la atención que el otro día, muy iluminado, todo nuevo y es muy grande. A pesar del horario, hay bastante gente ya esperando. En 15 minutos facturamos las maletas y nos dirigimos para el control de pasaportes, y de allí al escáner. Tardamos como media hora, y para cuando llegamos a nuestra puerta de embarque ya es casi la hora de montarnos.

Un detalle. Nada más llegar a nuestra sala de embarque, nos sorprendemos con que allí hay dos televisiones, así como dos puntos de acceso a Internet gratuito para matar el rato y, en mi caso, detectar que el cabrón del guía que contraté para Bali desde el mes de marzo nos ha dejado colgados. No importa porque hay miles, pero me parece un detalle bastante feo esperar tanto para decir ahora que no.

En cuanto a la compañía que usamos para volar, Air Asia, está considerada de bajo coste, y con ella hemos cogido todos los vuelos de por aquí. Las azafatas son muy ambles y la flota parece nueva, aunque los asientos creo que son un poco más pequeños de lo normal, y en 4 horas y 15 minutos de vuelo se nota. Además, hay que pagar extra por las maletas (tipo Ryanair) y en el avión sólo se pueden llevar 7 kilos (yo llevo más pero nadie me ha pesado nada: durante el viaje podemos echar una cabezada, y tienen una amplia oferta de comida de desayuno, así como sándwich, perritos calientes…, y no están mal de precio, más barato que en las tiendas del aeropuerto.

A las 11.30 (en Bali es una hora más que en Tailandia), llegamos por fin al aeropuerto de Denpasar, capital de esta pequeñita isla que forma parte de la gran Indonesia. Es una isla pequeña pero en fama, desde luego, supera a todo el resto del país. En unos días, esperamos contar aquí qué tiene de especial. Suponemos que sus paisajes, porque ya hemos oído que las playas, aunque están bien, no son para tanto.

Es la una del mediodía y, tras hora y cuarto de viaje en taxi por 200.000 rupias (unos 18 euros), ya estamos en el hotel, situado en las cercanías de la ciudad de Ubud, en el centro de la isla, a unos 30 kilómetros aproximadamente del aeropuerto, que está al sur. El problema es que las carreteras aquí son estrechísimas y malas de solemnidad. Eso, unido al intenso tráfico, hace que sea muy complicado moverse en coche o moto. De todas formas, la larga espera ha merecido la pena.

Tras abonar los correspondientes 21 euros del visado a Indonesia (25 dólares) en el aeropuerto de Ngurah Rai, ya estamos, por fin, en Bali, en el Hotel D’Omah. Por fuera no dice mucho, pero cuando entras al recinto, flipas. Hay plantas por todos los sitios, pequeños estanques con peces, varias piscinas y, lo mejor, la habitación es impresionante. Es como si fuera la parte de arriba de una villa sólo para nosotros. Tiene una habitación de unos 30 metros cuadros, con una cama con mosquitera de esas, tele, dvd, una zona para escritorio, una terraza muy amplia para los dos y un baño enorme, con una bañera gigante y con todas las comodidades del mundo. Vamos, que aquí uno se siente millonario, y todo por 75 dólares la noche, al cambio unos 60 euros incluido desayuno. Esto un auténtico paraíso, aunque como os supondréis, todo paraíso tiene un precio, y en éste, sin duda, son los bichos, arañas, moscas extrañas, libélulas…

Como comentaba en el caso de Tailandia, el euro también se ha depreciado con respecto a la rupia indonesia (maldito Trichet y su BCE), algo más de un 10%. Si antes por cada euro te daban 12.500, ahora 11.100. Aun así, Asia está tirada de precio, como veis, para los occidentales. Como curiosidad, nos ha llamado la atención que en el aeropuerto, que por cierto es del tamaño similar al de Pamplona, había un cartel en el que ponía que entrar drogas al país está castigado con pena de muerte.


Hoy, después de haber dormido tampoco, estamos muertos, y ya es tarde, casi las 5 aquí, así que nos preparamos para comer algo en el hotel. Mj no tiene mucha hambre y opta por comer sólo un postre, que por cierto está buenísimo a base de tortas y coco. Yo pruebo un plato indonesio, pollo a la barbacoa con arroz con especias y una ensalada rara. No voy a decir que estuviera buenísimo, pero se dejaba comer, sobre todo con las salsas picantes que me han traído para acompañar. Comemos los dos, incluidas las bebidas, por unos diez euros.

Después, nos atrevemos a ir al pueblo, Ubud, andando. Son unos 15 minutos a pata, y con unas indicaciones, allí nos plantamos. Lo que pasa es que andar aquí da un poco de asco, las aceras, cuando haya, estan hechas polvo, faltan trozos, hay agujeros..., y no queremos llegar a casa con un esguince de tobillo. Vamos viendo el pueblo y por lo que parece, casi todo se concentra en una única calle principal con tiendas, restaurantes y a cada dos metros alguien te ofrece un taxi o una excursión, es una pasada. Yo les digo que necesitamos un guía en castellano, y entonces todos se echan atrás porque me parece que pocos lo hablan. Eso sí, todos conocen España; bueno, más bien a la selección de fútbol, es lo único que saben decirte cuando dices de dónde eres. Eso, y campeones del Mundo.

Andando, andando llegamos al Palacio de Ubud y allí nos ofrecen unas entradas a 7 euros para ver un espectáculo de danza barong, la más típica de la isla. Le decimos a una mujer que más tarde y nos dice que volvamos a comprarle a ella. Tras recorrer el pueblo, la buscamos y se las compramos. Su compañero de ventas decía en inglés "Increíble, si han vuelto". La gente en Bali da gusto, son todos super amables y serviciales, siempre te sonríen..., hacen que el occidental se sienta superior, y eso no me gusta. Un chico del hotel me tocó ayer la sudadera a ver de qué tejido estaba hecha y antes me pidió perdón. Me dijo: "Es Adidas, yo también tengo una". Y cuando la tocó me suelta: "Es buena, será cara". No sé, es una gente que te hace sentirte como en casa y que siempre intentan ayudarte en lo que puedan, un lujo, vamos.

Al final, tras tomar unos refrescos, acabamos yendo a la danza Barong (son las fotos adjuntas). Al principio es curiosa la música, cómo se mueven las bailarinas, las caretas que llevan los monstruos...es una alegoría de una antigua leyenda de Bali del secuestro de una princesa por un monstruo, de espíritus buenos... eso sí, como no hablan en hora y media y estábamos muertos, sinceramente se nos hizo un poco pesado. Pero tampoco nos hubiera gustado irnos de aquí sin verlo. Para las 22.00, después de regresar andando al hotel, ya estamos en la cama, toca recuperar sueño y calculo que estaremos unas doce horas en la cama, a ver si aguantamos. Soltamos las cortinillas-mosquiteras, y a sobar, como en las películas.

ASIA 2010 (5ª PARTE)

DÍA 5. 26 DE AGOSTO. BANGKOK-AYUTTHAYA

Esta noche, por fin, hemos dormido como angelitos. Fue meternos a la cama y caer redondos, claro que no nos anduvimos con tonterías y nos metimos cada uno medio Soñodor por si las moscas. Y es que, sólo teníamos cinco horas y media para dormir, así que había que descansar. A las 6.00 ha sonado el despertador y no sabía ni dónde estábamos, pero enseguida he vuelto a la realidad. Nos hemos preparado, y para las 6.35 ya estábamos en la calle buscando un sitio para desayunar. Temiendo que no nos diera tiempo, hemos optado por el Seven Eleven: bueno, bonito y barato. Por dos euros nos hemos comprado pastelitos, batidos y un Nescafé frío de la lata por 30 céntimos que estaba cojonudo.

A las 7.10 ha venido el guía a buscarnos a recepción y hemos empezado a recoger a orientales por la zona. Íbamos doce, diez de Corea del Sur, y nosotros dos, además del conductor y el guía, que hablaba siempre en el mismo tono como recitando, como las tribus polinesias que salían en el programa ese de Perdidos en la tribu, y eso que se suponía que hablaba en inglés. “Saregata sibara casareu…oliku anapauna”. Vamos, que no entendíamos ni papa, ni nuestros compañeros de excursión tampoco.

En total hemos visitado cinco conjuntos de monumentos de Ayutthaya, la antigua capital del Reino de Siam (417 años), que ocupaba, según he leído, más extensión que Francia y el Reino Unido juntos. Ocupaba, creo, además de Tailandia, Camboya, Vietnam y algún país más de alrededor. Está a unos 80 kilómetros de Bangkok y llegamos en una hora y media. Desde luego, qué destreza tienen aquí al volante. En cada adelantamiento e incorporación parece que va a haber un golpe, pero no, nunca los hay aunque parece increíble. Aquí, por cierto, conducen como en Inglaterra, por la izquierda, y el carril derecho es el de los vehículos rápidos.

A lo que íbamos, en Ayutthaya visitamos, entre otras cosas, el Wihaan Mongkhon Bophit (templo con un buda de 17 metros), el Wat Phra Mahathat (con la cabeza de un buda empotrada en las raíces de un árbol) y el Wat Phra Si Sanphet, con sus tres chedis prominentes (torretas) y símbolo de la ciudad. El problema es que hace un calor terrible, y mucha humedad, por lo que no hay quien aguante en la calle, sólo a la sombra y mal. Antes de visitar el último templo, paramos a comer (toda la excursión vale 600 baths por persona con todas las entradas y la comida). Nos dan arroz blanco, muy bueno pero soso, aunque le puedes echar salsas picantes, que están muy buenas. También nos sacan verduritas, pollo con cebolla y tomate que no hay quien se lo coma, una especie de tortilla de ajos frescos exquisita…, y para postre, piña.

Tras la última visita, nos escapamos diez minutos a ver un pequeño centro de adiestramiento de elefantes. Por 40 baths nos sacamos una foto con un bebé elefante que es un artista: toca la armónica, baila moviendo el culo, le da al hula-hoop… sobre las 14.00 horas salimos ya para el hotel, dejándonos la furgoneta para 15 personas en la calle inmediata a la nuestra, Khaosan Road. Allí compramos más provisiones en el Seven Eleven para merendar y desayunar mañana, que tenemos que levantarnos a las 3 de la madrugada. Con tanto calor, decidimos darnos un baño en la piscina del hotel antes de salir a dar una vuelta.

Sobre las 18.00 optamos por irnos de compras al MBK Center, el súper centro comercial de Bangkok. El taxi nos pide 150 baths por llevarnos, le decimos que no y a la que nos damos la vuelta aparece por allí un conductor de tuk-tuk que nos lleva por 100 baths. Teníais que haber visto a qué velocidad íbamos sorteando coches, motos, más cacharros como el nuestro… aun así, nos cuesta casi media hora llegar hasta allí.

De las escaleras que acceden al centro comercial hay una gran vista el sky train (tres que circula a nuestros cuantos metros del suelo) y se puede apreciar parte del skyline de la ciudad. Una vez dentro del MBK empezamos a practicar de verdad el regateo. Dicen que Bangkok es la ciudad más difícil de regatear de toda Tailandia, que en el norte es más sencillo. Yo creo que en el fondo nos da pena regatear 2 ó 3 euros con los thai, que te ponen caras de bueno, te dicen que “por favor, por favor”, y encima, para nosotros no es poco dinero, porque el nivel de vida es muy distinto.

Al final, terminamos comprando una maleta (habíamos llevado sólo una) por 20 euros, camisetas por 160 baths, calzoncillos de imitación por 80, un bolso por 200…, y la verdad es que te llevarías a casa medio supermercado (y mira que es grande), aunque luego muchas cosas no las utilizarías para nada. Tras las compras y el regateo (hay cosas de las que cito que las sacamos a la mitad de precio de lo que nos decían), decidimos subir a la última planta del centro comercial, donde hay un montón de restaurantes, casi todos Fast-food. Aunque suena políticamente incorrecto, la comida thai no nos ha gustado demasiado, al menos lo que hemos probado hasta el momento. Habrá más intentos.

Mientras buscamos un sitio donde cenar, vemos unas cabinas donde la gente se encierra a cantar, vamos un karaoke de toda la vida pero que no se oye nada con la puerta cerrada. Tiene asientos, su tele, sus dos micros…. Por 20 baths (50 céntimos), nos animamos a entrar. Y eso que lo primero que vemos es a una tailandesa dándolo todo con el micro y el novio o el marido roque en el sofá. Miramos las canciones que hay en inglés y nos decidimos por un clásico, Imagine de John Lennon (creo que era la única canción de la que me sabía la letra entera). La verdad es que cuando ves a los japoneses en la tele dándolo todo con sus amigos en el karaoke parecen muy frikis, pero nos echamos unas risas haciéndonos fotos con el micro.
Al final terminamos cenando los dos e el Kentucky Fried Chicken (KFC) por 200 baths (5 euros). Es lo bueno que tienen estas franquicias, que comas en la parte del mundo en la que comas ya sabes lo que es. Y a veces, más vale eso que nada. Cenamos en un plis-plas y bajamos a la última planta (se llama G no sé por qué) y cogemos un taxi de los regulados al hotel. Esta vez nos cuesta 67 baths (el otro día 97 porque el hombre se perdió). Son más de las 22.00 horas, así que decidimos, con las compras, reorganizar las maletas y mochilas. Tardamos como una hora, así que nos dan las 23.30 y a las 3.00 hay que levantarse para ir al aeropuerto.

ASIA 2010 (4ª PARTE)

DIA 4. 25 DE AGOSTO. BANGKOK

La noche ha sido dura, no hay forma de aclimatarse al horario, y eso nos impide dormir bien. Después de dar una vuelta por la mochilera calle de Khaosan, que está al lado del hotel, y ver los puestos de comida callejera, incluidos escorpiones fritos, nos fuimos a la cama para las doce de la noche. Eso sí, calculo que nos dormiríamos sobre las 4.00, y eso gracias a que tenemos aire acondicionado en la habitación. Y es que, aunque no brilla mucho el sol, la temperatura y la humedad son difíciles de soportar. Además del cambio horario, a las 3.00 me he tenido que levantar de la cama porque me sentía acribillado por los mosquitos. En efecto, tenía un picotazo gigante en el antebrazo y un par más por el resto del brazo derecho, el único que estaba por encima de la sábana. Por eso, decido rociarme de antimosquitos, Goibi, que funciona de maravilla, porque me levanto con los picotazos muy minimizados y sin ninguno más. Se me olvidaba, es una alegría poder ver Televisión Española, aunque sea la internacional, en el hotel.


Al trasnochar tanto, aunque obligados, no nos levantamos hasta las 11.30 de la mañana. No tiene perdón en vacaciones, pero es que el cuerpo lo pedía. Hoy decidimos tomarnos la mañana con mucho relax, y lo primero bajamos a desayunar a un bar cercano al hotel. Pedimos un Iced coffee muy bueno, y MJ dos tostadas con mermelada de toda la vida. Yo decido jugármela con un Pudding Black (mi hermano dice que en Inglaterra pudding es postre, ya hablaremos…) y me han sacado dos trozos de morcilla. Cuñaaauuuu, así que hemos tenido que compartir las tostadas.

Mientras desayunábamos hemos visto a un chico que entraba a la recepción con la funda de un traje en la mano, me ha parecido leer el nombre de la tienda donde me lo compré ayer, y cuando vamos a recepción resulta que sí, que es mi traje, muy bien enfundado. Subo a la habitación y me lo pruebo, y la verdad es que me está como un guante, me queda perfecto. Además, tiene bolsillos interiores muy bien hechos, las costuras perfectas…, vamos que aunque era un poco escéptico, me parece que estos tailandeses son unos excelentes costureros. Me pena no haberme comprado alguno más, aunque tampoco uso mucho traje. Éste será para la boda de Jaime, que ya queda poco, aunque me parece que no llevaré la corbata que me han metido con el traje de regalo, ya que es rosa, rosa…, eso sí, tiene como aguas, y tampoco es horrible, sólo fea.

Tras la prueba del traje, subimos a la azotea, donde está la piscina. Pasamos un par de horas bañándonos y tomando el sol hasta hacer un poco de hambre. Hoy la idea que tenemos por la tarde es ir a ver una sesión de muay-tai (lucha-boxeo tailandesa) y para mañana queremos reservar una excursión a Ayutthaya. Veremos qué hacemos al final.

Hemos vuelto a comer en un restaurante cercano, esta vez comida occidental: solomillo de cerdo a la pimienta y pizza, además de dos batidos de yoghourt, todo ello por 725 baths, menos de 20 euros. Después hemos comprado las entradas para el muay-tai, en primera fila, aunque son un poco caras, 1.800 baths. Hay de tres tipos, 1.000 (arriba con los tailandeses, que están vallados como si fueran hooligans, ya que se vuelven locos con las apuestas; no nos la recomiendas), intermedias a 1.500 y las de abajo, a dos metros del ring, por 2.000. A nosotros nos cuestan 1.800, creo que porque también cogemos la excursión para mañana Ayutthaya, por 600 cada uno y que sale del hotel a las 7.00 de la mañana.

Así pues, aprovechamos para hacer alguna compra por la zona de Khaosan Road y cogemos un tuk-tuk por 60 baths hasta el estadio donde compiten los luchadores, Ratchadamnoen (depende del día de la semana hay en este o en otro). En la agencia nos dicen que al llegar busquemos a chicos con una chaqueta roja, y eso hacemos, logrando que nos lleve hasta nuestro asiento. Son las 18.30 y al llegar nos dan el programa, y resulta que son diez combates. Cada uno tiene cinco asaltos de tres minutos, con dos minutos de descanso y recuperación entre medio. Es decir, que 25 minutos por combate, por diez combates, 250 minutos, más de cuatro horas.
Empiezan peleando niños, y para el cuarto combate ya estamos un poco cansados, aunque todo hay que decirlo, va subiendo en espectacularidad conforme los luchadores tienen más años y kilos, por decir algo, porque están todos sin un gramo de grasa. Cuando los combates se ponen ardientes, los hooligans no paran quietos, gritan al unísono y parece el Circo romano cuando alentaban a los luchadores, se te pone la piel de gallina.

Ya nos habían avisado que el mejor combate era el séptimo, y en efecto. Empieza a llenarse cada vez más el estadio, y lástima que las cuerdas del ring impidan hacer fotos buenas (aunque he hecho bastantes). Las patadas en la cara, los rodillazos en el higadillo, los puñetazos…, es espectacular, y sobre todo a partir del sexto combate. El séptimo lo presentan como el estelar, pero la verdad es que el luchador azul, que lleva la bandera de Estados Unidos, le ha dado una buena tunda al otro, tanto que al tercer asalto lo ha dejado tumbado de una patada en la zona del hígado. Han tenido que sacar al otro en camilla, con eso digo todo. Después, como un auténtico Friki, me he hecho una foto con el ganador poniendo “puños”. Creo que tengo futuro en esto…jeje

Por cierto, el personal no hace más que ofrecerte comida, bebida (refrescos 25 baths, cervezas 80) y para fumar hay que salirse a una especie de patio que hay donde los vestuarios, ahí es donde van los tais y donde he ido yo. He flipado con una cosa, y es que cuando he salido la primera vez había un tío venga repartir dinero entre todos los que alentaban desde el cuadrilátero al luchador que ha ganado el segundo combate, parecía una especie de mafia allí repartiéndose las ganancias del chaval. Vamos, todo unos abrazafarolas. Todos le daban consejos al chaval, pero seguro que la mitad no ha subido al ring en su vida. Además, gritaban todos a la vez, así que no creo que el luchador entendiese mucho. En fin.

Después del octavo combate, y después de casi cuatro horas de patadas, nos hemos largado, aunque ya se veía que empezaban luchas más flojas. Los asaltos eran ya de 2 minutos y eran bastante más canijos los luchadores. A la salida había una tienda donde vendían guantes y calzones de luchador, pero ya valía de hace el friki. Lo peor es que llovía a cántaros (es temporada de lluvias y hay una hora al día en la que diluvia, pero va cambiando), aunque ha empezado a parar y nos hemos atrevido a ir andando al hotel. Está a cinco minutos en coche, pero a la ida nos hemos quedado un poco con la copla y hemos llegado a la primera. Como hemos comido bastantes marranadas en el muay-tai, nos vamos a la cama sin cenar, que son casi las 23.00 y en siete horas hay que levantarse para la excursión. Será nuestro último día en Bangkok y alrededores, a ver si por la tarde tenemos tiempo de acabar con las compras.

martes, 24 de agosto de 2010

ASIA 2010 (3 ª PARTE)

DÍA 3. 24 DE AGOSTO. BANGKOK

Nos levantamos tarde, pero con la intención de aprovechar el día a tope. Queremos visitar la zona de los palacios, y debajo del hotel contratamos un tuk-tuk. El chófer, en plan generoso, se ofrece a darnos una vuelta de unas dos horas por apenas 50 baths, como sospechábamos tenía trampa, pero nos dio un poco igual. Teníamos ganas de disfrutar un poco del ambiente callejero de esta gran ciudad.
Empezamos visitando sitios poco turísticos, todo templos, como el gran buda del Wat Intrawihan, después el Wat Benchamabophit, The Golden Mount y de allí nos dice el conductor que tiene que llevarnos a una tienda diez minutos, porque así le pagan a él 100 baths extra. Le digo que no, que ya le pago yo la diferencia, pero nos dice que por favor, que sólo tenemos que estar diez minutos y no ir corriendo, sino más bien despacio.

Al final, nos lleva a una super tienda donde confeccionar trajes. Yo me quería hacer uno, y aunque al principio me he hecho el remolón, que no me daba tiempo porque nos íbamos mañana (era mentira) he terminado cayendo. Al final he pagado por un traje de raya diplomática y muy buena presencia 100 euros (me pedía 140 y tuve que regatear, pero no había forma de bajar). Me ha dicho que para la noche lo tenía en el hotel, porque hacen 200 trajes diarios y tienen 355 personas trabajando. Parece que es verdad, porque tras tomarme medidas me dice que vuelva a las 6 para ajustar los últimos detalles ya con el traje puesto. Mientras, nos ofrecen una bebida. La verdad que la tienda (se llama James Fashion), por lo elegantes que van los empleados y la pinta que tiene todo, da buena espina, y somos muchos los extranjeros que estamos allí. En media hora me coge todas las medidas, así que nos vamos con nuestro amigo el del tuk-tuk, que estaba esperando. Según parece, por llevarnos les dan un ticket de gasolina, que para ellos es la leche. Eso, al menos, nos dijeron después dos parejas de Canarias que conocimos en las mismas circunstancias que nosotros.

El conductor nos deja en el Wat Phra Kaew y Gran palacio, donde está el famoso templo del Buda Esmeralda. Nos parece poco darle 50 baths (poco más de un euro), así que le damos 100. La entrada al Gran Palacio es cara para lo que es el país, 350 baths, pero es impresionante, todo pagodas doradas, grandes torres, espectaculares esculturas… en estos casos, como se dice, vale más una imagen que mil palabras (ver las fotos). El Buda Esmeralda es casi lo de menos, porque es muy pequeño, pero hay templos espectaculares, en los que, por cierto, hay que entrar descalzo.
Tras un par de horas, vamos a visitar un templo cercano, el Wat Pho, donde se encuentra el mayor buda reclinado, que debe tener como 46 metros de longitud y 15 de altura, es impresionante. La postura representa la muerte de buda, es decir, el nirvana. La entrada vale sólo 50 baths y todo el conjunto vuelve a ser espectacular.

Al salir, nos dirigimos al embarcadero cercano para, por tres baths, cruzar el río Chao Praya y contemplar el Wat Arun. Se puede subir con unas escaleras de vértigo y tiene unas vistas de Bangko increíbles. La pena es que, como se presumía, empieza a caer un aguacero. Estamos como media hora cubiertos esperando que pare, pero no hay forma, así que desafiando la lluvia cogemos un barco de vuelta y después un taxi (los tuk-tuk nos pedían 200 baths) para volver a la tienda de trajes a la segunda prueba con el traje ya puesto.

El taxista, un cachondo que no hace más que ofrecernos excursiones y shows, y que al decirle que no dice si vamos a estar toda la noche “bum, bum” (imaginaros lo que es), nos pide 300 por ir a la tienda, esperar y llevarnos al hotel. Nos parece caro, pero con el tráfico que hay nos cuesta como 45 minutos llegar a la tienda, y llegamos chirriados por la lluvia. Allí tardan un poco en sacarme el traje, me lo pruebo, y volvemos al hotel. Al final tiene que esperarnos el taxista casi una hora, así que le damos 400 baths. Estamos en plan amable, y sólo son dos euros más, nos parece justo. De regreso al hotel, nos duchamos y nos cambiamos de ropa para salir a cenar con una sensación mucho más agradable de la ciudad que la del primer día, ayer, cuando estábamos muertos y apenas habíamos visto cosas. Hemos hecho sólo hoy unas 400 fotos, con eso digo todo.


Salimos a cenar a un restaurante muy cercano al hotel y decidimos probar la comida thai. Yo pido un paid thai, que lleva fideos con carne y se deja comer, aunque el sabor es un poco raro. Mj pide arroz con huevo frito, salchichas...y también le gusta. El problema, que nos quita un poco el hambre, es que vemos correr delante de la mesa una cucaracha que por sus dimensiones parece una vaca de Macua. Y, además, hay pequeños lagartos subidos por la columna que tenemos a veinte centímetros. Si viene aquí Sanidad, vamos... calificaría el Bodegón de cinco estrellas, con eso lo digo todo.

ASIA 2010 (2ª PARTE)

DIA 2. 23 DE AGOSTO. LLEGADA A BANGKOK

La primera cosa que veo al abrir los ojos y encender el monitor de televisión de mi asiento es que estamos sobrevolando India. Decido abrir la cortinilla de la ventana y veo que tenemos debajo la cordillera del Himalaya, o eso indica la tele. Está muy chulo, pero entra demasiada luz y no quiero despertar al resto de pasajeros, que están sopa.

Durante el resto del trayecto intercambiamos asientos, rellenamos un papel de inmigración, damos varias cabezadas más, desayunamos más o menos… y a las 14.20 (hora local) aterrizamos por fin en Tailandia. La verdad que al volar de noche el viaje no se hace tan pesado. Cuando fuimos a México fue mucho más, y eso que habíamos dormido bastantes horas más.

Al llegar al aeropuerto llama la atención lo bien organizado que está todo, gente que te va indicando con carteles, muchos paneles informativos… también se empieza a notar el olor especial de Asia y mucha limpieza. Por fin encuentro un sitio para fumar (hacerlo en sitios equivocados supone una multa de 2.000 baths, 50 euros) y bajamos una planta para coger un taxi público, algo que recomienda todo el mundo que ha estado. En el mostrador una chica nos toma nota de dónde vamos y un taxista nos recoge el equipaje y nos lleva. Son unos 45 minutos de trayecto al Rambuttri Village (26 euros la noche habitación de lujo) y cuesta la carrera, incluyendo la autopista, 360 baths (9 euros). Está situado en la zona turística de Kahosan Road, cerca del Palacio Real y en un callejón lleno de tiendas.


El primer revés, -ya lo sabíamos antes de venir-, es que el euro se ha devaluado bastante, ha perdido fuerza en estos últimos seis meses, y de que te diesen casi 50 baths por un euro, ahora te dan 39,54 exactamente en el hotel (en el aeropuerto cambiamos lo justo para el taxi un poco peor, a 38,5). Es un 20% más caro todo para nosotros, pero como veis, sigue siendo regalado para los occidentales.

El otro hándicap es que en el hotel nos hacen pagar la habitación en efectivo, y no dejan con Visa. Son 5.200 baths (1.000 de depósito), así que tenemos que cambiar otros 200 euros (ya van 225) y sólo nos hemos traído 1.000 en cash entre los dos porque pensábamos tirar de tarjeta. Si sigue así, habrá que sacar de los cajeros. Bueno, tampoco es nada grave, pero un poco más lioso.

Subimos a la habitación, y la verdad es que no es de lujo, pero está bien y limpia. Lo más gracioso, como en algunos sitios de México, es que no se puede tirar el papel higiénico por la taza y hay que lavarse el ojete o lo que sea con un pequeño grifo a presión… me estoy acordando de Frodo y sus frecuentes visitas a Roca.

Son las 16.30 de la tarde aquí y mientras escribo MJ ya se ha quedado frita. Normal, porque estamos muertos. En un ratillo nos pegaremos una ducha y saldremos a visitar la jungla. De momento hemos visto que, en efecto, estamos en temporada de lluvias y que es una ciudad algo caótica con el tráfico.
Por fin, sobre las 17.30 salimos a la calle. Lo primero que llama la atención es el olor nauseabundo que sale de las alcantarillas y que todo el mundo intentar venderte algo: trajes a medida, masajes, ropa, comida… tras diez minutos andando por la calle, en la zona de Khaosan Road, cogemos un tuk-tuk después de negociar diez minutos con el chofer en un inglés ni de indio. Nosotros no hablamos bien, pero ellos menos. Nos llevó por 80 baths (2 euros) hasta un embarcadero, y allí cogimos un taxi-barco por 9 baths los dos hasta el muelle del centro comercial MBK. Vamos por los canales y vemos el Bangkok más pobre, lleno de chabolas.

 El centro comercial es impresionante, allí tienes de todo. Ordenadores portátiles por 300 euros, cámaras de fotos (precio como aquí), camisetas por 4 euros, pantalones vaqueros por 10… lo que pasa es que estamos muertos y enseguida nos sentamos a tomar un helado. En hora y media decidimos volvernos para el hotel a descansar. Cogemos un taxi, pero el señor tiene ni idea de dónde está el hotel, se baja dos veces a preguntar y en media hora llegamos por 100 baths (2,5 euros). La verdad es que no parece muy avispado.

Aunque no hay mucha hambre, cenamos debajo del hotel en el Oh my cod, restaurante que aparece en la Lonely. Yo tomo hamburguesa de bacon con una cerveza Tiger que tendría casi un litro, y MJ una baguette de jamón y queso con agua. Todo por 290 baths, es decir, poco más de 7 euros.

Para las 22.00 ya estamos durmiendo, aunque con el cambio horario para las 2 de la mañana ya no puedo parar en la cama. Me pego dos horas dando vueltas por la habitación, leyendo la guía y enredando el ordenador. Hasta las 5 no me puedo dormir de nuevo, pero cogemos el sueño de tal forma que nos dan las 10.30 de la mañana. Creo que nos hemos pasado un poco de perezosos

ASIA 2010 (1ª PARTE)

DÍA 1. 22 DE AGOSTO. LA SALIDA

Empieza el viaje. Nos levantamos a las 4.00 de la madrugada para ultimar detalles y salir a las 5.00, con José Javier, rumbo en coche hasta el aeropuerto de Noáin. Al ser tan pequeño, es una gozada, porque en tres minutos ya habíamos facturado la única maleta que llevábamos. El resto del equipaje, dos mochilas semivacías, una con la cámara de fotos, y el ordenador portátil, bueno, el Notebook.

A las 6.50 cogemos el vuelo y en apenas 40 minutos estamos en Barajas. Las conexiones desde Pamplona no son muchas a la capital, así que nos toca esperar un rato leyendo el Marca y desayunando un par de cafés y sus correspondientes napolitanas. Para las 10.30 tras recoger la maleta y cambiar a la Terminal 2, facturamos, ahora con SAS (Scandinavian Airlines), hasta Bangkok. La maleta, como es lógico, ya no nos preocupa hasta Tailandia y nos dan también el billete para cuando estemos en Copenhague, no hará falta pasar por el mostrador. Por cierto, la señorita que nos atiende un encanto, nos dice que disfrutemos Tailandia, que vayamos para el norte y que nos demos un buen masaje. Eso es amabilidad, y no lo del 80% de los empleados de las compañías aéreas.

A las 12.20 estamos montados en el avión a Copenhague muertos de sueño y después de almorzar un par de bocatas (11 euros). En principio iba a salir a las 12.50, pero hay un problema con una rampa y no podemos despegar. Para cuando la arreglan, el tráfico es tan intenso que al final se demora la salida 1 hora y cuarto.

Así pues, no llegamos hasta la capital danesa hasta las 17.00. Aun así, tenemos cinco horas para embarcar, así que nos decidimos a coger el tren para visitar un par de horas Copenhague. No vemos mucho, la arquitectura es característica del norte, calles limpias, música callejera, un museo de Record Guiness…, no parece que sea una ciudad que ofrezca mucho al turista, pero aprovechamos para comprar alguna postal y recuerdos.
A las 19.30 volvemos a coger el tren rumbo al aeropuerto (son 12 minutos de trayecto nada más y valen 10 euros por persona ida y vuelta), cenamos allí en un Burger King que nos sabe a gloria porque estamos muertos de hambre y nos dirigimos a la sala de embarque. Esperemos un ratillo dando cabezada de sueño en el asiento y nos montamos.

Tenemos suerte, porque estos aviones de SAS en los lados sólo tienen dos asientos, así que mejor no tener ningún cansino al lado. A mí me toca ventanilla y a Mari Jose pasillo. Tenemos tanto sueño que pasamos de la cena olímpicamente y dormimos casi cinco horas del tirón. Son las 5.00 en España, las 10.00 de la mañana en Bangkok.

jueves, 19 de agosto de 2010

ASIA 2010 (5º PRÓLOGO)

Ya quedan menos de tres días para partir, poco más de 50 horas, y estamos a vueltas con los preparativos. Mañana empezaremos a hacer las maletas, aunque ropa no vamos a llevar mucha, queremos comprarla allí porque es todo muy barato. Pero que no se nos olvide ni la cámara de fotos ni el ordenador ni los productos de higiene ni las lentillas...jeje tampoco, por supuesto, el pasaporte y la documentación para los vuelos.

El domingo a la mañana cogemos el vuelo a Madrid, es a las 6.50, o sea que hay que madrugar mucho, a las 4.00 o así. Un poco de pereza sí que da el vuelo, que será eterno, pero qué ganas de llegar a Tailandia.. Iremos actualizando el blog día a día, al menos siempre que nos sea posible porque haya conexión. Empieza la cuenta atrás.

El presupuesto para este viaje es de 1.800-2.000 euros por personas incluyendo todo. De momento ya hemos pagado lo más caro 600 euros del vuelo Madrid-Bangkok, con escala en Copenhague. y otros 420 euros entre el vuelo Pamplona-Madrid, y el resto de vuelos por el Sudeste asiático: Bangkok-Bali, Bali-Singapur, Singapur-Malasia, Malasia-Phuket, Phuket-Chiang Mai y Chiang Mai-Bangkok. En total, 1.023 euros. Los hoteles nos costarán 350 y el resto lo gastaremos en comer, transportes, excursiones, regalos, etc

Seguiremos informando.