DÍA 15. 25 DE SEPTIEMBRE. NUEVA YORK
Hoy ha sido otro día más que
agotador por Manhattan, y eso que hemos apurado en la cama hasta las 9,
estábamos fundidos y la cama es acojonante, igual que el desayuno, con waffles
hechos en el momento y todo, así que nos hemos dado un atracón para empezar el
día.
Para las 10.20 ya estábamos en la
estación de Port Authority, en la 42 con la 8, y como queríamos echar el día en
el sur de la isla, hemos decidido, en vez de ir en metro, a pata, eso sí, son
unos 7 kilómetros, pero así hemos podido ver barrios como el Soho o Tribeca.
Tras más de una hora de caminata agradable, hacía buena temperatura, hemos
llegado hasta el World Trace Center, donde están reconstruyendo la zona tras
los atentados. Tras reservar hora para ver el Memorial a las víctimas del 11-s
(es gratuito, solo se pide donación), hemos podido entrar allí. Donde estaban
las dos torres hay ahora unas piscinas enormes y escritos los nombres de todas
las víctimas. Es sobrecogedor recordar aquella barbarie, te quedas sin
palabras. Ya han inaugurado una torre nueva y están construyendo tres o cuatro
más alrededor igual de enormes que las torres gemelas, es espectacular.
Tras pasar por allí, hemos ido
hasta el cercano Battery Park a recoger los tickets (incluidos en el NY Pass)
para coger el ferry a la isla de la Estatua de la Libertad y Ellis Island. Por
razones de tiempo, solo hemos ido a ver la estatua, pero ya en el barco el
skyline de Manhattan era una pasada. Allá en la estatua solo dejan subir a
gente con cuentagotas, reserva y pago extra, así que apenas hemos pasado una
hora por allí tras comer algo en un puesto de la calle, típico hot-dog y cosas
por el estilo. Eso sí, nos hemos empapado bien de su historia, sus dimensiones
(90 metros), como se costeó el pedestal, quién la hizo y por qué, la historia
de los inmigrantes europeos que llegaban por allí a la ciudad…, ha estado
interesante.
De regreso a Manhattan, nos hemos
acercado a ver Wall Street, la escultura del toro con los huevos enormes (si
los tocas dicen que da suerte), la Bolsa…, y ya de paso hemos recorrido el
kilómetro que nos separaba del puente de Brooklyn, otro placer para la vista, a
pesar de que están de obras. Lo hemos recorrido hasta el otro lado, aunque hay
que tener cuidado con los ciclistas, van a toda pastilla.
La siguiente parada ha sido en
Chinatown, parece otro mundo, la verdad. Nos ha recordado mucho a cuando
estuvimos en Singapur, pero tampoco nos ha gustado demasiado. Y de allí, hemos
pasado a la lindante Little Italy, adornada por el día de San Genaro. Se veían
banderitas y restaurantes típicos de Italia, pero también decenas de chinos,
que les han ido ganando terreno en el barrio.
Para despedir el día, con cerca
de 20 kilómetros andados entre pecho y espalda, hemos regresado a ver la magia
que tiene el ambiente de Times Square. Allí hemos cenado un par de
hamburguesas, y en cuatro minutos ya estábamos en la estación cogiendo de nuevo
el bus al hotel. Por cierto, da gusto lo simpáticos que son en esta ciudad los
chóferes, una pasada.
Segundo día en NY y ya hemos
podido captar la esencia de esta ciudad, llena de mezclas en todos los
sentidos, arquitectónicos, culturales, de razas… Eso es lo que tiene de
especial esta ciudad que a tanta gente enamora.
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