DÍA 3. 4 DE SEPTIEMBRE. NUEVA DELHI
Hoy hemos dormido como lirones, ya nos estamos aclimatando al horario y ha habido que esperar a que sonara el despertador a eso de las 8 de la mañana. Nos preparamos y subimos desayunar a la azotea del hotel. El desayuno es básico para occidentales pero bueno, hay café, pancakes, algún bollo, zumos... Coincidimos con un hombre de negocios indio de unos 40 años que nos ameniza el desayuno contándonos su vida y preguntado de dónde venimos y esas cosas.
Para las 9 ya tenemos a Pumka, nuestro chofer, esperando en la puerta del hotel para llevarnos a conocer más de Nueva Delhi y alrededores. Visitamos el Memorial de Mahatma Gandhi (un parque enorme) y después nos lleva al espectacular templo que se llama Akshardham. Es lo más bonito que hemos visto hasta ahora, sin duda, la pena que no dejan hacer fotos. La entrada es gratuita, eso si, te cachean a gusto y apenas te dejan entrar con agua, dinero y ni móvil. Tenemos suerte porque hay pocos visitantes a esa hora, antes de las 10.00. Hay más de 20.000 deidades talladas en el complejo, hecho con arenisca y mármol, una pasada. Al menos nos podemos llevar cómo recuerdo una foto que te hacen allí por 130 rupias (1,5€).
Desde allí nos lleva el chofer a visitar la Tumba de Humayun, emperador mogol del siglo XVI. Es curiosa pero nada que ver con lo que ya habíamos visitado antes, así es que nos deja un poco indiferentes. Aquí si hay que pagar, 250 rupias (3€ más o menos).
La siguiente parada antes de comer es a 13 km de la ciudad, al sur, y se llama Qutb Minar, primeros monumentos islámicos que se construyeron en el país. Destaca sobre todo una torre de la victoria de 73 metros de alta y que se empezó a construir en 1.200. Con el paso del tiempo se ha ido inclinando y no dejan subir. La anécdota del día es que un policía de ha ofrecido a hacernos una foto en un sitio concreto para que pareciera que agarrábamos la tore. Había que ver como se retorcía en el suelo para dar con el ángulo, un espectáculo. Quería propina, claro. También aquí unos chavales jóvenes nos han dicho sí podían fotografiarse con nosotros, nos ven muy raros. La entrada también vale 250 rupias.
Hoy por cierto hemos podido seguir disfrutando y padeciendo del tráfico de Delhi. Es increíble que no haya golpes, parece magia ver como se cruzan peatones, carros, tuctucs y coches sin que nadie pegue a nadie. Y también es increíble los perros callejeros que hay por todos los sitios, muchos llenos de sarna y famélicos.
Tras la visita, el coher nos lleva a comer a un sitio decente, aunque al cambio no es barato, unos 15€ por persona. Las gambas no son baratas aquí tampoco. El restaurante tiene buena pinta y la comida no estaba mala, aunque tampoco para chuparse los dedos. Se llama Chicken Inn.
De allí vemos por encima varios sitios en los que no se puede estacionar. La Puerta de la India, la casa del presidente, el Parlamento..., y tras pasar por una tienda de recuerdos, volvemos al hotel a descansar. Dejamos atrás Delhi, pues mañana salimos ya para la ciudad de Agra. Por cierto, me resulta muy curioso que cada vez que salgo del hotel para fumar el hombre de la puerta me saque una silla para sentarme. Se pasa vergüenza.
Tras descansar un rato, decidimos cenar en el restaurante del hotel, en la azotea. Todavía no nos atrevemos con los sabores así que optamos por sándwiches de queso, patatas fritas y agua mineral, no queremos sorpresas estomacales ni de otro tipo. Si innovamos con el postre, una especie de buñuelos calientes de leche condensada espectaculares. Todo sale al cambio por menos de 10€ para los dos, una de las cosas buenas que tiene este país. Ya son casi a las 11 de la noche así que toca descansar que mañana nos espera un viaje de 210 km (unas 3-4 horas) hasta Agra, la ciudad del Taj Mahal.
Hoy hemos dormido como lirones, ya nos estamos aclimatando al horario y ha habido que esperar a que sonara el despertador a eso de las 8 de la mañana. Nos preparamos y subimos desayunar a la azotea del hotel. El desayuno es básico para occidentales pero bueno, hay café, pancakes, algún bollo, zumos... Coincidimos con un hombre de negocios indio de unos 40 años que nos ameniza el desayuno contándonos su vida y preguntado de dónde venimos y esas cosas.
Para las 9 ya tenemos a Pumka, nuestro chofer, esperando en la puerta del hotel para llevarnos a conocer más de Nueva Delhi y alrededores. Visitamos el Memorial de Mahatma Gandhi (un parque enorme) y después nos lleva al espectacular templo que se llama Akshardham. Es lo más bonito que hemos visto hasta ahora, sin duda, la pena que no dejan hacer fotos. La entrada es gratuita, eso si, te cachean a gusto y apenas te dejan entrar con agua, dinero y ni móvil. Tenemos suerte porque hay pocos visitantes a esa hora, antes de las 10.00. Hay más de 20.000 deidades talladas en el complejo, hecho con arenisca y mármol, una pasada. Al menos nos podemos llevar cómo recuerdo una foto que te hacen allí por 130 rupias (1,5€).
Desde allí nos lleva el chofer a visitar la Tumba de Humayun, emperador mogol del siglo XVI. Es curiosa pero nada que ver con lo que ya habíamos visitado antes, así es que nos deja un poco indiferentes. Aquí si hay que pagar, 250 rupias (3€ más o menos).
La siguiente parada antes de comer es a 13 km de la ciudad, al sur, y se llama Qutb Minar, primeros monumentos islámicos que se construyeron en el país. Destaca sobre todo una torre de la victoria de 73 metros de alta y que se empezó a construir en 1.200. Con el paso del tiempo se ha ido inclinando y no dejan subir. La anécdota del día es que un policía de ha ofrecido a hacernos una foto en un sitio concreto para que pareciera que agarrábamos la tore. Había que ver como se retorcía en el suelo para dar con el ángulo, un espectáculo. Quería propina, claro. También aquí unos chavales jóvenes nos han dicho sí podían fotografiarse con nosotros, nos ven muy raros. La entrada también vale 250 rupias.
Hoy por cierto hemos podido seguir disfrutando y padeciendo del tráfico de Delhi. Es increíble que no haya golpes, parece magia ver como se cruzan peatones, carros, tuctucs y coches sin que nadie pegue a nadie. Y también es increíble los perros callejeros que hay por todos los sitios, muchos llenos de sarna y famélicos.
Tras la visita, el coher nos lleva a comer a un sitio decente, aunque al cambio no es barato, unos 15€ por persona. Las gambas no son baratas aquí tampoco. El restaurante tiene buena pinta y la comida no estaba mala, aunque tampoco para chuparse los dedos. Se llama Chicken Inn.
De allí vemos por encima varios sitios en los que no se puede estacionar. La Puerta de la India, la casa del presidente, el Parlamento..., y tras pasar por una tienda de recuerdos, volvemos al hotel a descansar. Dejamos atrás Delhi, pues mañana salimos ya para la ciudad de Agra. Por cierto, me resulta muy curioso que cada vez que salgo del hotel para fumar el hombre de la puerta me saque una silla para sentarme. Se pasa vergüenza.
Tras descansar un rato, decidimos cenar en el restaurante del hotel, en la azotea. Todavía no nos atrevemos con los sabores así que optamos por sándwiches de queso, patatas fritas y agua mineral, no queremos sorpresas estomacales ni de otro tipo. Si innovamos con el postre, una especie de buñuelos calientes de leche condensada espectaculares. Todo sale al cambio por menos de 10€ para los dos, una de las cosas buenas que tiene este país. Ya son casi a las 11 de la noche así que toca descansar que mañana nos espera un viaje de 210 km (unas 3-4 horas) hasta Agra, la ciudad del Taj Mahal.
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