DÍA 21. 7 DE OCTUBRE. SAN CARLOS DE BARILOCHE
Para no perder la costumbre, a las 7.30 nos levantamos, y desayunamos zumo, huevos revueltos, salchicas, batido, galletas...Y para las 8.30 salimos de excursión rumbo al sur. Esta zona tiene unos paisajes increíbles por todos los sitios. Lo más turístico es la ruta de los siete lagos, por el norte, pero nosotros, sabiendo que hay paisajes parecidos, tiramos rumbo al sur.
A unos 60 kilómetros de Bariloche, logramos llegar, tras diez kilómetros de un camino de cabras, al Lago Steffen, un lago enorme y un placer para la vista. Cantan los pájaros, luce el sol, se ve el reflejo de las montañas nevadas en el agua... y lo mejor, estamos solos, no hay nadie, salvo una pareja de patos que no hacen más que provocarnos con sus ruidos. Luego nos damos cuenta de que estamos al lado de su nido, donde hay tres huevos, y que quizá intentan echarnos para no poner en peligro a sus crías.
A unos 60 kilómetros de Bariloche, logramos llegar, tras diez kilómetros de un camino de cabras, al Lago Steffen, un lago enorme y un placer para la vista. Cantan los pájaros, luce el sol, se ve el reflejo de las montañas nevadas en el agua... y lo mejor, estamos solos, no hay nadie, salvo una pareja de patos que no hacen más que provocarnos con sus ruidos. Luego nos damos cuenta de que estamos al lado de su nido, donde hay tres huevos, y que quizá intentan echarnos para no poner en peligro a sus crías.
De allí, tirando hacia Bariloche, nos internamos en el parque nacional Nahuel Hupai, mismo nombre que tiene el precioso lago que rodea la ciudad. No es difícil darse cuenta de por qué a esta zona, preciosa, le llaman la Región de Los Lagos, y es que está llena de ellos, con mucha agua fruto del deshielo de las enormes montañas que los rodean. Pagamos la entrada (50 pesos) y vemos la Laguna Negra, un mirador del Lago Manso y a unos 30 kilómetros por un camino de tierra paramos a comer en uno de los escasos restaurantes que tiene el parque.
Ya comidos nos lanzamos hacia el final del recorrido, al impresionante Monte Tronador, donde se encuentra el Glaciar Manso. Cuando llegamos nos quedamos perplejos, ya que el glaciar por arriba es normal, pero en su parte baja, junto a la laguna, la nieve es negra fruto de la erosión y de la tierra que la rodea. ¿Un glaciar negro? Pues sí, y es espectacular, con una vista panorámica que te deja boquiabierto.
Desde allí decidimos ir hasta la basa del Monte Tronador. No se puede ir en coche, pero es apenas un kilómetro andando. Eso sí, hace frió y hay bastante nieve, y eso que estamos a solo 1.150 metros de altitud sobre el nivel del mar. Es menos espectacular que el glaciar, bastante menos, y encima a los cinco minutos se pone a llover, luego a diluviar y acaba granizando, así que nos vamos corriendo hasta el coche hasta que amaine el temporal. En poco rato nos hemos empapado, así que como son más de las cuatro de la tarde decidimos volver a Bariloche.
Desde allí decidimos ir hasta la basa del Monte Tronador. No se puede ir en coche, pero es apenas un kilómetro andando. Eso sí, hace frió y hay bastante nieve, y eso que estamos a solo 1.150 metros de altitud sobre el nivel del mar. Es menos espectacular que el glaciar, bastante menos, y encima a los cinco minutos se pone a llover, luego a diluviar y acaba granizando, así que nos vamos corriendo hasta el coche hasta que amaine el temporal. En poco rato nos hemos empapado, así que como son más de las cuatro de la tarde decidimos volver a Bariloche.
Pero no es tan fácil, porque hasta la salida del parque son 49 kilómetros y como el camino es tan malo, tardamos más de una hora. Dudamos si ir a ver las cascadas cercanas, pero como estamos mojados y queremos hacer cosas en la ciudad, nos volvemos. Echamos gasolina, devolmemos el coche (Dios mío cómo está de barro...) y nos cambiamos para ir a Bariloche.
Cogemos un taxi (son 25 pesos hasta el Centro Cívico, la bajada de bandera es de 4,60, menos que en otros sitios) y llegamos hasta allí, unos edificios curiosos, con arquitectura de montaña y rodeados de adolescentes que están celebrando una especie de fiesta. Lo primero que nos llama la atención es que hay gente que cobra por hacerte fotos con sus perros San Bernardos, típicos de la región. Aquí se inventan trabajos de todos los sitios.
Como tenemos que hacer compras y sacar dinero, nos dirigimos a la calle principal. Allí comprobamos por qué le llaman a Bariloche la capital del chocolate. Hay un montón de tiendas, todas seguidas, con promociones especiales y con gente que te invita a probarlo y a entrar a su tienda. No entendemos, y sabemos que hay unas artesanales y otras industriales, pero todos los chocolates están muy buenos. Los más famosos tienen forma de rama. Algunos compramos y otros, con toda la información, esperaremos a mañana.
Lo que sí hacemos es ir a un supermercado a comprar productos típicos de aquí para llevar a casa y, de paso, comprar el desayuno para mañana. Para cenar repetimos en el Santana, ya que ayer nos dieron muy bien y muy barato. Hoy pedimos pizza, con el mismo nivel de comida y buen precio. De ahí cogemos un taxi al hotel y empezamos a organizar las maletas. ¿Cómo meter lo mismo que trajimos más todo lo que hemos comprado? Buena pregunta, pero todavía no tengo la respuesta. Y es que, hoy es la última noche que dormimos en hotel, y eso que hasta el lunes no cogemos el avión para España. Por medio tenemos dos autobuses (Bariloche-Mendoza, mañana a las 15.30 y dura 17 horas; y Mendoza-Córdoba, el domingo por la noche, con ocho horas de duración). Lo que no tendremos es ni una ducha, así que oleremos a Calvin Klein cuando lleguemos a casa. Por supuesto, no creo que tengamos conexión a Internet, así que el fin del relato del viaje tendrá, seguramente, que esperar unos días. Lo pondré lo antes posible.
Lo que sí hacemos es ir a un supermercado a comprar productos típicos de aquí para llevar a casa y, de paso, comprar el desayuno para mañana. Para cenar repetimos en el Santana, ya que ayer nos dieron muy bien y muy barato. Hoy pedimos pizza, con el mismo nivel de comida y buen precio. De ahí cogemos un taxi al hotel y empezamos a organizar las maletas. ¿Cómo meter lo mismo que trajimos más todo lo que hemos comprado? Buena pregunta, pero todavía no tengo la respuesta. Y es que, hoy es la última noche que dormimos en hotel, y eso que hasta el lunes no cogemos el avión para España. Por medio tenemos dos autobuses (Bariloche-Mendoza, mañana a las 15.30 y dura 17 horas; y Mendoza-Córdoba, el domingo por la noche, con ocho horas de duración). Lo que no tendremos es ni una ducha, así que oleremos a Calvin Klein cuando lleguemos a casa. Por supuesto, no creo que tengamos conexión a Internet, así que el fin del relato del viaje tendrá, seguramente, que esperar unos días. Lo pondré lo antes posible.
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