sábado, 8 de octubre de 2011

ARGENTINA 2011 (22ª PARTE)

DÍA 22. 8 DE OCTUBRE. DE BARILOCHE A MENDOZA

Después de haber dormido plácidamente en nuestras camas de la cabaña en San Carlos de Bariloche, llega el principio del fin de nuestro viaje. Todavía nos quedan un par de días por Argentina, pero el hecho de tener que dejar hechas ya las maletas, que no volveremos a deshacer porque no pisamos un hotel más, indica que esto se empieza a acabar después de tres semanas largas por aquí.

Para las 8 nos levantamos a encajar el puzzle del equipaje y los recuerdos, y nos vamos a Bariloche para las 10.00, donde daremos un paseo y comeremos, ya que hasta las 15.30 no sale el bus. ¡Y qué bus! Son 1.206 kilómetros que tardaremos en recorrer la friolera de 17 horas. Gracias que llevamos provisiones y que los asientos son super cómodos que si no... La faena es que para hacerlo en avión había que volar primero a Buenos Aires y después a Mendoza, lo que nos salía no por menos de 400 euros. Es un poco faena, pero en fin, otra aventurilla más que contar.

Nos vamos al pueblo y, por si las moscas, decidimos imprimir los billetes de bus. Y más vale, porque resulta que a Sergio y Lan no les han hecho la reserva, así que nos vamos a la estación de buses. Preguntamos y, en efecto, no salen sus nombres en las listas de pasajeros y, lo peor, no quedan plazas para ir a Mendoza. Al menos encuentran plazas en otro de la misma empresa, aunque son dos horas más de trayecto y salen antes.

Compramos chocolates, nos despedimos y cada uno come por un lado, ya que hacemos planes distntos. Ellos comen rápidamente porque si bus sale a las 13.30, y MJ y yo vemos la ciudad, donde se está realizando un curioso encuentro de jóvenes cristianos con música rock. Vemos el centro cívico, una iglesia muy curiosa, y nos marchamos a comer. Con una hora de tiempo cogemos el taxi hasta el hotel, donde nos habían guardado el equipaje, nos despedimos de Carlos, el que lo gestiona, y nos vamos a la estación.

El bus tarda en llegar, así que nos inquietamos un poco, pero aparece. Los asientos son comodísimos (solo 35 plazas en dos plantas) y el servicio está muy bien, tanto que preferiríamos ir 17 horas en un bus argentino que cuatro en uno español. Nos dan de merendar, de cenar y desayunar, sin grandes lujos pero bien. Nos ponen tres películas, jugamos al bingo... El tiempo pasa deprisa. Y a las doce de la noche apagan las luces y nos dormimos, casi del tirón, hasta las 7.

No es lo mismo dormir en una cama que aquí, pero está bastante bien, y al menos te ahorras la noche de hotel, la cena y el desayuno... un pequeño consuelo. Tras parar a coger psajeros en la ciudad de Neuquén, nos dirigimos hasta Mendoza, donde llegarmos a las 8.20 de la mañana. Nos bajamos MJ y yo para esperar a Iñaki y Sergio, y en poco más de media hora aparecen, cargados como sherpas, al fondo del pasillo.

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