sábado, 17 de septiembre de 2011

ARGENTINA 2011 (1ª PARTE)

DÍA 1. 17 DE SEPTIEMBRE. LLEGADA A CÓRDOBA

Bueno, pues después de un viaje de 22 horas, 13 de ellas en avión, ya estamos por fin en Argentina, en la segunda ciudad más importante del país y situada en el centro de la república, Córdoba. Ha sido un viaje bastante largo, pero gracias al myolastan (un relajante muscular que se vende con receta), hemos dormido como diez horas cada uno y eso se agradece, la verdad. La cena, como cabía esperar en un avión (viajamos con Iberia), ha sido bastante floja, pero tampoco teníamos mucha hambre. En cambio, el desayuno ha estado bastante bien. Dos de nosotros teníamos sitio en la salida de emergencia, un lujo porque tienes dos metros para estirar las piernas.

Salimos de Madrid a las 1.35 horas con susto incluido, ya que Lan y Sergio salieron tarde de Barcelona y pensábamos que no llegaban, pero al final se plantaron en la puerta de embarque incluso antes que nosotros. A las 14.20 de España, 9.20 de acá (son cinco horas de diferencia) ya estábamos aterrizando, algo antes de lo esperado.
Lo pero ha venido después, ya que la cinta de recoger las maletas era enana, estábamos 350 personas esperando (muchos con los trolleys), así que no había espacio y, para colmo, dos han salido casi las últimas, así que hemos perdido como una hora. Luego, otra media hora en pasar el control de aduanas de salida. Había que rellenar un papel muy raro, declarando que no traes ni animales, ni plantas, ni que has donado semen jeje, menudo cachondeíto con eso... , con el cansancio que llevábamos, se nos ha hecho eterno.

Pero lo hemos tomado con filosofía, que para eso estamos de vacaciones. Nos hemos tomado unos cafés y cervezas en el aeropuerto y hemos cogido un remise por 88 pesos (16 euros) hasta la estación de autobuses, a 17 kilómetros ni más ni menos. Allí hemos dejado las maletas en la consigna (cuatro pesos por bulto, unos 70 céntimos de euro, ya que un euro son casi 6, concretamente 5,75) y nos hemos lanzando a conocer un poco la ciudad, sobre todo el centro, que es lo más bonito, todo colonial.
Paseando, en diez minutos hemos llegado a la plaza de San Martín, hemos visto la catedral y el cabildo, una feria de artesanía y nos hemos ido a comer a donde nos ha indicado el taxista, simpático y hablador como todo argentino que se precie. Hemos comido en La Perla, bifé con chorizo (solomillo buenísimos) y churrasco de cerdo, todo regado con cerveza Quilmes (la más famosa, muy suave) y, para postre, pudding de pan con dulce de leche y café. 278 pesos ha sido la cuenta para los cuatro (48 euros), muy bien de precio y hemos salido muy bien servidos.

Se ve que el sitio es muy popular, porque estaba lleno y no hacía más que entrar gente. Nada más salir, nos hemos ido a seguir conociendo la ciudad, la manzana jesuítica, la universidad y la plaza de España. No es una ciudad espectacular, pero parece agradable para vivir. Pero estamos cansados y decidimos ir a tomar algo a una terraza para hacer tiempo hasta coger el bus a San Miguel de Tucumán, al norte, ciudad donde se gestó la independencia argentina.
Salimos a las 22.50, el billete cuesta unos 30 euros y llegaremos a la ciudad sobre las 7 de la mañana, ya que son unos 550 kilómetros, más o menos. Por suerte, hemos pillado dos asientos-cama (no quedaban más) y nos turnaremos para dormir, porque hay ganas de pillar cama y, sobre todo, de llegar mañana pronto al hotel para pegarnos una ducha...

Antes de coger el bus hemos parado a comprar tabaco (7 pesos el Lucky y el Marlboro, no llega a 1,5 euros la cajetilla) y nos hemos pasado por la consigna, ya que cierra a las 20.00 horas. También hay taquillas, que puedes tener el equipaje más rato por 7 pesos, pero lo hemos visto a la vuelta.

Como llevábamos mucho peso encima, nos hemos ido a cenar cerca de la estación mientras veíamos por la tele un partido de River Plate, ahora en Segunda División. hemos cenado los cuatro con cerveza unos sandwiches enormes por 123 pesos (21 euros), para que os hagáis una idea de lo barato que es. Se llamaba el sitio El Rincón del Turista, o algo así. El café lo hemos tomado ya en la estación antes de coger el bus.

Al final, el bus era más o menos lo esperado. Yo y MJ hemos viajado en los asientos más cómodos, y nuestros amigos en la planta de arriba, menos cómodos. Cuando nos hemos metido pensábamos que eran todos iguales, pero se ve que no. En la planta de abajo sólo íbamos nueve personas, y los asientos se reclinaban como 150 grados, podías apoyar las piernas en un respaldo, te dan una cena como en el avión que no hemos tocado, manta, almohada... Así cualquiera viaje en autobús (aunque arriba parece que no era tan cómodo, y menos con los ronquidos de un viajero..)

A las 7 hemos llegado a Tucumán, quinta ciudad en importancia del país, y la verdad que el viaje no se ha hecho pesado. Yo, al menos, me he pegado las ocho horas sopa, sin apenas abrir los ojos.

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