viernes, 23 de septiembre de 2011

ARGENTINA 2011 (5ª PARTE)

DÍA 5. 21 DE SEPTIEMBRE. DE PURMAMARCA A SALTA

Hoy hemos dormido en una cabaña con todas las comodidades, aunque hemos comprobado en nuestras carnes que la oscilación térmica es enorme. Por la noche hacía mucho frío, y nos hemos tapado con un par de mantas y hemos dormido con la calefacción encendida.

En teoría, hoy no tenemos prisa para levantarnos, ya que nuestro guía no viene hasta las 9.30, pero para las 7 ya estábamos en pie. Hemos desayunado lo de siempre por acá (café, mediaslunas, tortas y dulce de leche para untar) y hemos preparado el equipaje para seguir recorriendo el norte del país.
Más o menos puntual ha llegado a recogernos al hotel el guía, Santiago (vamos los cuatro solos con él en una Berlingo), y hemos pagado la habitación. Por cierto que nos dan una factura y nos dicen que es posible que al salir del país nos desgraven el 21% de IVA presentando la factura (no lo sabíamos ni lo hemos leído en ningún foro, pero si nos lo devuelven, encantados de la vida).
Tras hacernos las primeras fotos del día en el espectacular Cerro de los 7 Colores (aquí las montañas tienen colores de todo tipo, por los sedimentos marinos, el hierro, el cobre…), nos dirigimos al pueblo de Tilcara y a la pucara (10 pesos la entrada), unos restos arqueológicos preincaicos que al haberse reconstruido han perdido bastante gracia.
Mientras seguimos el viaje, y durante todo el día, lo más enriquecedor de todo es lo que nos va contando el guía sobre los usos y costumbres de Argentina. Nos dice que, por ejemplo, los políticos dicen que no hay apenas inflación en el país cuando hay informes que hablan de 20%. También señala que los argentinos son perezosos para trabajar y que se hacen obras, como líneas de tren, que se han inaugurado y ya no han funcionado más.
Por la denominada Quebrada de Humahuaca, un valle con un paisaje espectacular, llegamos a Humahuaca, una población de unos 14.000 habitantes con población indígena y todo sin asfaltar. Tiene una iglesia curiosa, también la torre del ayuntamiento y un monumento a la independencia que corona la ciudad. Allí mismo comemos, estofado de llama al roquefort y locro, un plato hecho con maíz, alubias, verduras, carne y que pica bastante.
Como postre, el guía nos da a probar unas hojas de coca, que no hay que masticar, sino que hay que dejar en el moflete y que ayuda a hacer la digestión. Para hacer 53 gramos de cocaína se necesitan 350 kilos de hojas, así que no tiene ningún efecto. Según Santiago, es como si piensas que por comer un kilo de uva te vas a emborrachar.
Tras comprar algunos recuerdos en Humahuaca nos dirigimos al pequeño pueblo de Uquía, que tiene un retablo dorado y unos curiosos cuadros de los llamados ángeles arcabuceros que hicieron los pueblos originarios de allá. Es curioso que cuando se hizo la restauración desparecieron tres de los doce cuadros, y hoy sólo quedan nueve, valorado cada uno en 3,5 millones de dólares.
Antes de llegar a las inmediaciones de San Salvador de Jujuy, siempre muy cerca de la frontera con Bolivia, nos hacemos una fotos junto a la Paleta de los Pintores (llamados así los cerros por su colorido) y en la línea imaginaria que dibuja el Trópico de Capricornio.
Dado que San Salvador, capital de la provincia, no tiene mucho que ofrecer, cambiamos la ruta y volvemos a Salta pero en vez de por la autopista por la denominada cornisa, una carretera sinuosa, con mucha vegetación (algo que no habíamos visto hasta ahora) y tres pantanos.

Sobre las siete de la tarde, ya cansados del viaje, llegamos a Salta y reservamos en una de las peñas famosa de aquí que nos recomienda el guía. Se llama la Panadería del Chuña. Hoy en día las peñas tienen ya espectáculos contratados, pero el origen viene de restaurantes donde la gente se animaba a coger una guitarra y a cantar, luego se le unían más músicos…

A las 9 de la noche llegamos a la peña, y mientras cenamos (la verdad que no ha sido la mejor cena de las que llevamos y sí la más cara) empiezan los espectáculos. Nosotros estamos hasta la 1.00, más o menos, y vimos a un solista, al grupo imán, bailes folclóricos y un ventrilocuo, pero nos cuentan que eso se puede alargar hasta las 2 o más; vamos, hasta que aguanta la gente. La cena nos cuesta 600 pesos (algo más de 100 euros los cuatro) y nos vamos para casa a descansar que mañana también tenemos tarea, ya que volamos dos horas a Puerto Iguazú.

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