sábado, 11 de septiembre de 2010

ASIA 2010 (21ª PARTE)

DÍA 21. 11 DE SEPTIEMBRE. CHIANG MAI Y LAOS

Hoy ha sido una auténtica paliza de día, con una excursión de más de trece horas, aunque ha merecido la pena, ya que hemos visitado dos países además de Tailandia, Laos, y la frontera de Myanmar (antigua Birmania). Y es que, los tres países tienen frontera natural en el río Mekong, que nace en China, cerca del Tíbet, y desemboca 4.900 kilómetros después en Vietnam después de atravesar seis naciones: China, Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam.
Para las 6 de la mañana ya estábamos levantados, y una hora después nos dirigíamos hacia el norte de Tailandia, la provincia de Chiang Rai, para hacer un viaje maratoniano. La primera parada la hemos hecho, a una hora de camino, en un hot spring (como llaman aquí a las aguas termales). De una especie de fosas salía agia caliente y la gente se cocía allí sus huevos para luego comérselos, curioso.
Hora y media después hemos llegado al famoso templo blanco (Khun Wat Rong), situado cerca de Chiang Ra, en una pequeña población. Su arquitectura exterior es espectacular, con muchísimo adornos y estatuas que son una alegoria del infierno. Es todo blanco y en su interior hay un gran buda y unas paredes con curiosos murales en los que se mezclan figuras de fantasía con protagonistas de películas modernas como Avatar, Matrix, Saw, así como de otras más antiguas como Spiderman, Superman o la Guerra de las Galaxias. Sólo contemplar el templo ya merece la pena el viaje, es curioso y único, por lo que hemos podido ver de Tailandia, que es mucho. Es obra de un artista contemporáneo llamado Chalermchai Kositpipat, empezó a construirse en 1998 y todavía no está terminada. Se estiman varias décadas más para que está finalizada.
Unos 90 minutos después, y casi 250 kilómetros al norte de Chiang Mai, hemos alcanzado, por fin, el conocido como Triángulo de Oro, la frontera entre Tailandia, Laos y Myanmar, que es el río Mekong. Le llaman así a la zona porque hace unos años aquí se vendía gran parte del opio que se consumía en el mundo y daba mucho dinero a los agricultores de la zona, que obviamente lo cultivaban. Hoy en día, según la versión oficial, ya no hay, aunque sígue existiendo en la clandestinidad. Para cruzar a Laos hemos cogido una barco de unas 30 personas (300 baths), que primero nos ha dado un paseo por el río. Hemos podido ver cómo en las fronteras de Laos y Myanmar hay, curiosamente, sendos casinos, ya que en Tailandia estàn prohibidos y la gente va hasta allí a jugarse los duros.
Finalmente hemos llegado a una aldea fronteriza de Laos. La gente es, como podéis imaginaros, muy similar a la del norte de Tailandia (muchos de descendencia china), aunque por su forma de vestir parecen más pobres. Los productos que vendían eran más baratos, y hemos aprovechado para comprar tabaco (5 euros el cartón de Marlboro) y algún que otro souvenir. Entre las cosas curiosas que se vendían había licor de cobra y de escorpión con los animales muertos incluidos en la botella. Algunos se han atrevido a probarlos, pero la verdad es que daban bastante asquete...
Tras un rato, hemos regresado al lado tailandés para comer en un buffet libre donde había muchísima variedad, incluida ensalada mixta y espaguettis, un lujo. Cómo no, después de 20 días nos teníamos que encontrar con alguien conocido, y allí estaba un chaval de Estella, cuyo nombre no conocemos, pero al que sí hemos visto muchas veces por allí. Somos la leche, estamos en todos los sitios.
Nuestra siguiente parada ha sido en la frontera de Tailandia con Myanmar, en la población de Mae Sai. No hemos llegado a tocar Myanamar porque iban a ser diez minutos y era un poco jaleo de tiempo conseguir el visado para pasar, pero hemos estado como a 40 ó 50 metros dando un paseo por un curioso mercadillo antes de dirigirnos al poblado de una tribu Akha, que se distingue por la peculiar vestimenta de las mujeres, con ropa chillona y unos gorros singulares. Como en el poblado de ayer, estas tribus son poco auténticas, ya que al contacto con el resto de gente han perdido gran parte de su identidad y aprovechan (o se aprovechan otros) para explotar la visión romántica de las tribus que tienen algunos turistas. Aun así, es curiosa la vestimenta que llevan, y algunas costumbres que todavía mantienen, como la de comer perro. Ya nos extrañaba que hubiera tantos por allí danzando..., nos han dicho que cada familia tiene unos diez, en vez de cerdos, estos tienen perros y gallinas.

Esa ha sido nuestra última parada del día antes de volver a casa, un viaje de 3 horas y media que hemos compartido con otros chicos españoles majísimos que estaban de Luna de Miel. Pasadas las 8.30 de la tarde, y después de sortear en la calle un intenso aguacero, hemos llegado a Chiang Mai pensando ya que hay que apurar los minutos y que deberemos hacer varios tetris para cuadrar las maletas. Aun así, nos hemos ido a ver por última vez el Bazar Nocturno, a hacer alguna última compra y a cenar en Tailandia por última noche (bueno, será mañana pero en el aeropuerto de Bangkok, que no es lo mismo). Queríamos ir a un bar que recomienda mucha gente por su ambiente con música en directo, el River Side, pero nos nos ha dado tiempo ni había muchas ganas; los días son los que son para poder ver todo.

Como curiosidad, hoy nos hemos enterado que los thais no llaman a su capital Bangkok sino Kuntrep, aunque en realidad el nombre se tarda como unos quince segundos en pronunciarlo de lo largo que es y, en resumen, significa algo así como Ciudad de los Ángeles. Tampoco Chiang Mai, capital del norte del país, es así a secas. Como dato significativo, Chiang Rai es unos 30 años más antigua que su ciudad vecina.

Otra cosa que nos ha sorprendido esta noche, es que en Tailandia cualquier cosa es susceptible de pasar, como ver un elefante andando por medio de una calle al lado del mercado o divisar a pocos metros a una rata del tamaño de un gato gordito y que corría como Usain Bolt; menudo asco.

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