jueves, 9 de septiembre de 2010

ASIA 2010 (19ª PARTE)

DÍA 19. 9 DE SEPTIEMBRE. CHIANG MAI (TAILANDIA)

Bueno, pues ya estamos en las montañas del norte de Tailandia, para muchos en la zona más bonita del país. Nuestra sede hasta el domingo, cuando cojamos el avión de vuelta a casa, será la ciudad de Chiang Mai, que no llega a 200.000 habitantes, nada que ver con Bangkok y mucho más verde, con, dicen, gente mucho más amables y precios más baratos que en el resto de la antigua Siam.
El viaje hasta aquí no se ha hecho pesado. Tras desayunar, hemos cogido la van al aeropuerto junto con otra ocho personas, una de ellas un valenciano muy simpático, Pol, con el que hemos estado charlando hasta la hora de embarcar. El viaja solo por aquí y hemos compartido experiencias y recomendaciones. A las 9.00 ya estábamos en el aeropuerto de Phuket, muy pequeñito comparado con otros que hemos visitado. Nuestro vuelo con Air Asia a Chiang Mai salía a las 10.35 y, aunque parecía que saldría con mucho retraso, hemos empezado a embarcar a las 10.25 y nada más montarnos ha arrancado el avión, así que ha cumplido el horario escrupulosamente. No sé por qué en otros vuelos se tarda tanto en arrancar, porque está visto que es suficiente este tiempo. Desde luego, la experiencia que hemos tenido con esta compañía low-cost (son ya cinco vuelos con éste), es magnífica.

El avión nuevamente iba medio lleno, así que hemos podido cambiarnos de asientos para ir más cómodos y echar una cabezada. Antes de la hora prevista, en unas dos horas, aterrizábamos en Chiang Mai y ya desde el avión se podía ver un paisaje montañoso. En cinco minutos, increíble en Europa, ya teniamos las maletas en la mano y el taxi al hotel, el Imm Thapae, nos ha costado sólo 3 euros y unos 10 minutos desde el aeropuerto, así que para la 1.15 ya estábamos comiendo en el bar de abajo. Por cierto que el hotel está muy bien, sin grandes lujos, pero incluye desayuno, está nuevo, tiene pantalla plana, aire acondicionado y está muy céntrico, casi en la Old City (la ciudad antigua). La noche nos sale por 23 euros a los dos.

Después de comer hemos negociado con un tuk-tuk para que nos lleve al zoo, que está a cinco kilómetros. Nos lleva por dos euros. Más que todo, queremos visitar el zoo porque nunca hemos visto un oso panda y nos apetece verlos y pasar allí un buen rato. La entrada al zoo es regalada, 100 baths personas, y hay que abonar otro tanto por ver a los pandas, tres que tienen hasta aire acondicionado en su estancia. Merece la pena la visita, porque también hay koalas (que duermen 20 horas al día), leones, tigres blancos y tigres normales, leones, pumas, panteras, elefantes, cocodrilos, reptiles, todo tipo de aves..., vamos, que es un zoo muy completo y que se puede ver en cuatro o cinco horas yendo en coche o moviéndote por allí en un trenecillo. Nosotros lo hemos visto en dos horas y media, porque no había tiempo para más ya que cerraban.

Para volver al hotel, a un cuarto de hora en vehículo, lo hemos hecho con una furgoneta compartida con otros chicos y un conductor muy simpático, aunque no hablaba ni papa de inglés. Me ha dejado montarme adelante con él porque iba fumando, y al resto les ha hecho ir atrás. Cuando llegamos al hotel nos sorprende lo cerca que tenemos el Night Bazar, está justo en la otra acera del hotel, así que hay que aprovechar. Pero antes tenemos que reservar las excursiones para mañana. Al llegar, el conductor del tuk-tuk de antes nos ha dado su tarjeta para que le llamemos si necesitamos ir a algún sitio. Se gana la vida así, pero lo hace con mucha simpatía y sin agobios, no como en Bangkok. Y cada vez que pasamos a su lado, tiene el puesto en la puerta del hotel, nos saluda con la mano. Un artista.

Lo primero que hemos hecho nada más salir por la tarde es mirar dos o tres agencias de excursiones para ver cuál era la que más nos convenía. Nos han recomendado un trekking de dos días por la selva, pero hay que dormir en una cabañas en el poblado de una tribu, y MJ no estaba por la labor, le dan mucho asco los bichos y no quiere pasarse la noche sin dormir. Así pues, hemos optado por una que dura unas ocho horas e incluye visitar a la tribu de las Mujeres Jirafa (Karen long neck), un paseo en elefante por el bosque, media hora de descenso por el río en balsa de bambú, la visita de unas cataratas, una horita de trekking y de una granja de orquídeas. No sé si me dejo algo. Más o menos todas las agencias ofertan lo mismo con alguna variante, pero la chica nos ha caído simpática y encima nos ha hecho un descuento de buenas a primeras. Entre eso y que teníamos prisa, hemos aceptado (son 20 euros por persona y estaremos con ellos desde el punto de la mañana hasta las cinco de la tarde), así que nos espera un día entretenido. También hemos reservado con ella la excursión de pasado mañana a Chiang Rai por 100 baths más, aunque son doce horas y será un gran palizón.

Con los deberes hechos, hemos ido a sondear un poco los precios del Night Bazar (Bazar Nocturno), ya que aquì tenemos que hacer todas las compras que nos faltan y tiene los mejores precios de toda Tailandia, según dicen. Las camisetas, por lo que hemos visto, sí que se pueden sacar a mejor precio que en Bangkok, pero hay cosas como los relojes de imitación que se columpian mucho comparado con Bali. Al mirar un puesto de relojes, el chico, que chapurreaba cuatro palabras en español, nos ha dicho que le acompañásemos a la trastienda. De entre medio de la pared donde colgaba mucha ropa ha aparecido una cerradura y dentro cientos de relojes. Eso sí, no había quien le bajase de 35 euros, igual que con los bolsos, que pedía otros 35 y se reía de nuestras ofertas.

El Bazar tiene un montón de puestos, pero el género varía poco entre ellos, y los precios tampoco. Empiezan pidiéndote el doble o más de lo que te piden cuando haces ademán de marcharte. Entra dentro del show del regateo, pero aquí parece la gente muy simpática, y si le vacilas un poco, ellos se ríen también, sin malas formas.

Caminando por los puestos, hemos visto de repente un restaurante que recomienda la Lonely Planeta, Casa Antonio, y que como os podréis imaginar es de un español, con comida típica (aunque tampoco hay mucho, pan con tomate o tortilla de patata) y también con menús propios de Alemania, tipo cervecería. Recordando Munich, me he pedido un codillo a la brasa que no he podido terminar, mientras que MJ se ha decidido por el escalope. Era gracioso, porque los camareros hablan algo de español y, además, el servicio es buenísimo, también el precio.
De allí, y antes de regresar al hotel, hemos picado alguna cosa: un fular, un cinturón y una mochila de monte para llevar mañana al trekking. Es imitación de Norh Face y la hemos sacado por unos 10 euros, aunque seguramente podríamos haber regateado más. Es chula y nos viene de perlas para mañana. Nuevamente nos toca madrugar, pero madrugar para disfrutar no es lo mismo que cuando suena el despertador para otra cosa. Y hay que aprovechar a tope, que ya nos queda muy poco.

No hay comentarios: