domingo, 5 de septiembre de 2010

ASIA 2010 (15ª PARTE)

DÍA 15. 5 DE SEPTIEMBRE. DE REGRESO A TAILANDIA

Hoy de nuevo toca hacer las maletas, aunque ya le hemos cogido el truco y nos cuesta poco tiempo. No madrugamos mucho, nos aseamos y vamos corriendo al Seven Eleven que hay a 50 metros del hotel para compran el desayuno: un par de batidos de chocolate (aquí la marca Milo triunfa como el Cola-Cao allí), un Nescafé frió en late y un par de bollos para empezar con energía la mañana.

Acabamos todos los preparativos antes de tiempo, así que entregamos las llaves y mientras fumo un cigarrilo fuera se baja un cliente de un taxi, así que aprovechamos para decirle al conductor que nos lleve al aeropuerto. Son apenas 15 minutos de trayecto desde Geylang y unos 14 dólares la carrera (9 euros). Por primera vez en estas vacaciones, vemos llover a cántaros. Esperamos que en Phuket, la isla de Tailandia a la que vamos, cambie la cosa, aunque es temporada de lluvias y seguro que algún chaparrón cae. Eso sí, octubre debe ser todavía peor.


Facturamos las maletas, nos aseguramos de que el vuelo del último día de Chiang Mai a Bangkok no ha cambiado el horario otra vez, pasamos el control de pasaportes muy rápido y nos vamos al mostrador donde presentas el justificante de productos que has comprado allí y te devuelven prácticamente todos los impuestos. Tardamos cinco minutos. Se ve que Singapur es un paraíso de las compras, porque allí hay gente con varias televisiones, ropa de marca, colonias... Y el aeropuerto es de lo mejorcico que hemos visto, tiendas de fotografía y electrónica con precios rebajados, pequeños cuartos de estar con sofás y tele para los niños, mucha decoración y una sala para fumadores que no hay en otros sitios. Subes unas escaleras y accedes a una gran terraza con vegetación y un bar, y ahí se puede fumar al aire libre, no como en esas cámaras de gas que hay, por ejemplo, en Barajas.

Como nos sobra tiempo, tomamos un supercafé de esos que sirven en los Starbucks y pasamos por el detector de metales que hay para cada sala de embarque. Antes de la hora ya estamos todos montados, aunque sale con media hora de retraso el vuelo, no sé por qué. Como en casi todos los trayectos que hemos hecho con Air Asia, sobra un montón de sitios, vamos que te puedes tumbar a lo largo en una fila entera de tres para echar una cabezada. El vuelo sale al final a las 13.45 de Singapur y en una hora y 45 minutos estamos en Phuket, una gran isla al suroeste de Tailandia. Aquí son las 14.30, ya que es una hora menos que en Singapur.

Recogemos enseguida el equipaje (qué rápidos son, da gusto), pasamos el control de pasaportes donde los funcionarios son amables (y mira que es raro) y a la salida volvemos a toparnos de bruces con lo que es Tailandia. Vienen decenas de taxistas a vendernos sus servicios, excursiones... Después de haber estado en Malasia y Singapur, esto es como regresar de nuevo a la caza del turista. Por llevarnos al hotel, que está a unos 35 kilómetros del aeropuerto, los taxistas nos piden 750 baths (casi 20 euros). Al ignorarlos nos bajan a 600 (15 euros), pero al lado vemos un mostrador donde salen furgonetas de diez plazas que van dejando a los turistas por los hoteles. El viaje por persona cuesta 4 euros (el más largo) y es una van de lujo con aire acondicionado, así que optamos por este trayecto, que tarda como una hora, ya que somos los últimos en bajarnos, Nos alojamos en el Sugar Palm Grand Hillside, en Kata Beach.

Esta isla, a la que tanto golpeó el Tsunami en 2004 (creo recordar, en la foto de más arriba se ve una señal de alerta) es super turística, tipo Bali. Está llena de hoteles, restaurantes y tiendas.  Nuestro hotel es una pasada, con habitaciones gigantes (en la nuestra que está en el último piso caben 4 personas), una ducha grande, jacuzzi en la terrazas, dos piscinas comunicadas increíbles, una decoración genial, dvd, tele plana, wi-fi gratis, frigorífico, albornoz, zapatillas y, para colmo, unas vistas del mar increíbles. El hotel lo reservamos en abril y nos cuesta, a pesar de que ha perdido poder el euro, 37 euros la noche para los dos con desayuno incluido. Otra ganga.

Nada más dejar las maletas, con casi las 5 de la tarde, salimos a comer algo a un restaurante cercano, el primero que pillamos, ya que hay mucha hambre y pocas ganas de andar. La tarde la dedicaremos a la piscina, aunque el tiempo no acompaña. Mucha nube, alguna gota de agua y un calor asfixiante. Estos cuatro días que vamos a estar por aquí van a ser los últimos de relax absoluto antes de ir para el norte del país a ver cosas. En principio, van a ser unos días de playa, piscina y una excursión en barco a las islas Phi-Phi, que son una preciosidad, así que no habrá mucho que contar. Esperemos que mejore el tiempo.


Sobre las 7 de la tarde salimos a ver un poco la ciudad. Hay muchísimos restaurantes y tiendas, y nos sorprende que la playa está bastante más lejos de lo que pensábamos, a unos 25 minutos andando. Eso sí, aquí también hay tuk-tuk, como en Bangkok, y además, mucho más modernos, más grandes y con mejor carrocería. Pero sin duda, lo que más nos sorprende es la cantidad de locales de señoritas que hay por aquí, sobre todo llegando a la playa. Bueno, señoritas con minifalda y bailando y también algún que otro lady-boy (travestis). Se ve que mucha gente viene aquí a disfrutar del sexo barato.

El calor, a pesar de que ya es de noche, es asfixiante, y hay que estar continuamente hidratándose. Aprovechamos también para cambiar nuestro dólares de Singapur por baths, para ojear cuánto valen y cómo son las excursiones a las Phi-Phi, y para cenar en el Dino Burguer, un restaurante muy curioso, todo decorado como los dibujos de los Picapiedra y donde, como reclamo, tienen un pequeño elefante en la puerta. Mientras, por la calle te ofrecen todos continuamente ropas, masajes, cenas..., hay muchísimos sastres, pero con mucha peor pinta que el de Bangkok. Será difícil que aquí piquemos, quizá en Chiang Mai. A ver con qué ánimo nos levantamos mañana.

No hay comentarios: