lunes, 12 de julio de 2010

ALEMANIA-AUSTRIA 2010 (3ª PARTE)

DÍA 3. INNSBRUCK (AUSTRIA). 11 DE JULIO

Por fin ayer, domingo, tomamos tierra austriaca. De nuevo madrugamos para coger el tren con la suerte de que la señora que nos alquiló el apartamento en Schwangau se ofreció a llevarnos en coche hasta la estación de trenes. Eso sí, el viaje de Füssen a Innsbruck fue una auténtica odisea. No hay conexión directa, por lo que tuvimos que regresar a Munich y de allí ir a la capital tirolesa. Fue un viaje agotador de más de 5 horas, ya que de Munich a Innsbruck, por mejoras en la vía, tuvimos que hacer un transbordo para coger un bus y luego otro tren. Por cierto que pensábamos que valía el bayernticket, pero cuando vino el revisor en Austria nos echó la bronca y nos cobró otros siete euros por barba ("Esto no es Baviera, es Austria", decía).


Ya en Innsbruck nos costó un ratillo encontrar el hotel, que es grande pero viejo y un tanto descuidado, como creo que son todos por aquí, muy coloridos pero vetustos. Hasta las 5 no comimos, teníamos un hambre brutal y nos metimos unos trozos gigantes de pizza y más cerveza para calentarnos para el gran partido: la final del Mundial, España-Holanda.

Vimos el centro histórico, que es muy chulo, el tejadillo de oro, la banda de música vestida como duendes y así matamos la tarde hasta que sobre las 8.00 nos dirigimos a una fan zone (mirar la foto) que habían preparado para seguir el partido. Aunque Austria no jugaba, todo el mundo animaba o a España o a Holanda, todos con las caras pintadas, banderas, camisetas, increíble..., un ambiente espectacular viendo la juerga que hay por aquí.

Allí sufrimos animando a La Roja mientras nos íbamos tostando un poco a base de cervezas, y cuando Iniesta metió el gol la gente se quedó flipada con nuestros saltos, abrazos, paseíllos por medio de la pantalla. Había que celebrarlo como la ocasión lo merecía, por fin España campeona del Mundo y con todo el merecimiento ( y pesar del arbitrucho ese inglés, el tal Webb).


La gente nos felicitaba, e íbamos por la calle haciendo amigos de todas las nacionalidades, incluso holandeses, y ni que decir tiene que la noche se alargó un poco a pesar de que aquí juerga de bares, lo que se dice juerga de bares, no hay nada. Para las 2 ya habían cerrado todos los garitos, aunque tampoco nos importó mucho. Estábamos muy emocionados como para irnos tan pronto a la cama y terminamos la fiesta en casa de unos chicos que habíamos conocido a base de ron.

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