sábado, 17 de julio de 2010

ALEMANIA-AUSTRIA 2010 (8ª PARTE)

DÍA 8. MUNICH (ALEMANIA). DÍA 16 DE JULIO

Tanta caminata tenía que acabar por pasarnos factura, y a mí ya me ha salido una ampolla en el dedo meñique del pie derecho que no sabes qué es el dedo y qué la ampolla. Problemas al margen, hoy el día ha empezado para las 8.00, ya que aquí amanece tempranísimo y no hay quien frene la luz solar en el hotel.

Nos duchamos, desayunamos y recogemos la habitación, ya que en teoría nos deberían de cambiar, al tener para las dos últimas noches una doble con cama supletoria. Sin embargo, en recepción nos dicen que sigamos en la misma, en la quinta planta, y nosotros encantados, aunque tenemos que volver a soltar el equipaje.

Para hoy tenemos un guión de visitas muy grande que al final, como siempre, no podemos cumplir. En la estación compramos el billete para varias zonas de Munich. Vale 12,30 euros para los tres y puedes hacer todos los viajes que quieras ese día dentro de esas zonas, casi toda la ciudad. Nuestro destino es el campo de concentración de Dachau. Enseguida llegamos con el metro a la estación central, y de ahí tomamos un tren de cercanías que nos deja en la población de Dachau. Justo al salir hay autobuses de línea que te llevan a las instalaciones que se hicieron célebres por los tristes acontecimientos que ocurrieron allí durante el nazismo y hasta la II Guerra Mundial.


La entrada al campo es gratuita, aunque la audioguía en castellano vale 3,5 euros y hay que dejar un depósito cada uno de 10 euros. La verdad es que del Dachau original, en el que se basaron después muchos otros campos de concentración, queda ya poco, y mucho de lo que hay se ha reconstruido. Aun así, resulta aterrador lo que se ve, lo que se oye y lo que se intuye que ocurrió allí. Hoy en día puede verse una reproducción de los barracones, las cámaras de gas, las verjas, las torres de vigilancia…, y hay un museo muy completo, así como edificios y esculturas en homenaje a los fallecidos. Lástima que hiciese tanto calor para haber disfrutado un poco más de la visita.

Salimos de Dachau un poco fundidos físicamente, así que antes de volver para la ciudad paramos a comer en el McDonalds de la estación de trenes. La siguiente parada, por cercanías, es el palacio de Nymphenburg. Lo peor es que el tren nos deja a dos kilómetros de distancia que hay que cubrir a pie. Vemos los edificios, los jardines, los numerosos lagos…, no está mal, aunque el cansancio nos impide disfrutarlo más.

Teníamos en mente visitar otras zonas de la ciudad como la zona olímpica, el Viktualienmarkt o el Museo de la BMW, pero son casi las cinco de la tarde y los tres optamos por ir al hotel a descansar y prepararnos para salir de marcha, por lo que mañana no estaremos para ver muchas cosas. Para otra vez será, sobre todo si coincide en invierno y no hace este sofocante calor…


En estos días hemos tenido tiempo de comprobar que el tabaco en Alemania es aún más caro que en España (vale 4,70 el Lucky) y que en Austria (3,80), que esto, como casi todas las ciudades del mundo, está lleno de japoneses y que los alemanes, por norma general, están en buena forma, seguramente porque hay pasión por la bicicleta. Muchísima gente se mueve en bici por la ciudad, casi como en España…, además, tienen facilidades porque hay carril-bici por todos los sitios, y si no te das cuenta pueden atropellarte con facilidad, porque van muy rápido.

También sabemos por qué Munich es tan grande, y es que entre jardines y que los bloques de pisos tienen como mucho cuatro alturas, tiene que ser extenso por narices. Además, la gran mayoría vive en unifamiliares. Otra cosa que sorprende es la gran variedad de culturas que confluyen aquí. Es como una especie de pequeña Torre de Babel.

A eso de las 9 de la noche, ya bien preparados, volvemos a coger el metro para ir al centro. Decidimos volver a la Hofbrauhaus. La verdad es que el ambiente es espectacular, con música bávara en directo, muchísima gente cantando y brindando con cervezas de litro… sin embargo, pienso que en verano no es el mejor momento para ir allí, porque el calor es insoportable. Nada más sentarte ya empiezas a sudar, y cuando te pegas un par de tragos y le metes mano a la carne, entonces ya parece una sauna.

Después de cenar estuvimos preguntando por zonas de marcha, y nadie nos sabía explicar muy bien. Por eso, decidimos tomar otra cerveza en una terraza de la Marienplatz. Craso error, 28 euros tres cervezas. Grandes, sí, pero vamos… de repente empieza a llover y la verdad es que se agradece. Al final encontramos la zona de marcha y entramos a un garito aconsejados por unas jóvenes lugareñas. Pagamos diez euros y nada más entrar nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. Sólo hay cuatro friáis en la pista, y ni siquiera hay consumición. Muy pronto nos cansamos y abortamos la operación salir de marcha. Eso sí, tardamos casi una hora en volver a casa ya que la frecuencia del metro queda reducida bastante por la noche. Al menos mañana tendremos tiempo de seguir viendo cosas.


No hay comentarios: