martes, 13 de julio de 2010

ALEMANIA-AUSTRIA 2010 (5ª PARTE)

DÍA 5. SALZBURGO (AUSTRIA) 13 DE JULIO.

Hoy nos hemos levantado tarde, casi a las 10.00 horas, ya que no tenemos demasiada prisa para coger el tren de ida a Salzburgo. Hemos vuelto a desayunar en la habitación, ya que para eso compramos ayer leche, cola-cao que traíamos de Munich, un bizcocho de chocolate que estaba cojonudo y un batido de plátano un poco raro. Para las 10.30 ya estábamos de camino y hemos parado a ver la torre de Innsbruck, aunque al final sólo he subido yo (3 euros y 148 escaleras) con la promesa de hacer muchas fotos para ver luego las vistas de la ciudad.

Aunque en principio íbamos a coger el tren de las 12.09, íbamos con mucha antelación y hemos optado por coger el de las 11.06, pero la máquina para sacar los billetes (al final 30 euros por barba) no cogía tarjetas de crédito y había que meter todo el dinero en el billete exacto que te mandaba. Un poco rollo. El caso es que hemos llegado al andén 1 segundo antes de que arrancase, y nos hemos tenido que quedar a esperar al siguiente. Eso sí, este iba directo, que es más caro, aunque el revisor ha hecho la vista gorda, se ha fiado de nuestras caras de buenas personas. El tren era una delicia para los que hemos usado hasta ahora: aire acondicionado, mesa, amplitud para todo, gps indicando por dónde íbamos en cada momento, la velocidad del tren…

En menos de dos horas estábamos en Salzburgo. Nuestro hotel, el Astoria, está alejado de la estación de trenes, así que decidimos comprar una guía de la ciudad para enterarnos bien de todo y la famosa Salzburg Card (33 euros por cabeza para los dos días). Esa tarjeta te permite usar el transporte público y ver muchísimos monumentos. En otros tiene descuento. Si la aprovechas está claro que sale rentable. Así pues, cogemos un autobús que nos deja a la puerta del hotel, nos pegamos una ducha y decidimos ir a ver Salzburgo. Lo que hemos visto desde el bus la verdad es que impresiona.


Estamos a unos 15 minutos del centro y, como nos morimos de hambre, a las 5 paramos. Tomamos un par de ensaladas, espaguetis y un escalope, además de dos cervezas considerables cada uno, por 54 euros. Después visitamos la casa donde nació Mozart (simple reclamo turístico con poco que ver), la residenze por fuera, la catedral (entrada gratuita e impresiona su cripta y su decoración) y subimos en funicular hasta la fortaleza, desde la que se divisa toda la ciudad. Tiene unas vistas espectaculares, pero lo que es la fortaleza, al menos por fuera, no tiene mucho.
Bajamos, nos tomamos unas cervezas en una terraza junto a la plaza de Mozart y volvemos al hotel y a buscar un supermercado para comprar la cena. Estaban todos cerrados, ya que aquí para las 19.00 horas no hay nada abierto. Al menos encontramos una especie de supermercado turco que nos salva la vida y vamos al hotel a cenar. Nuevamente estamos reventados, seguramente sea por el calor, que aprieta por esta zona de Europa casi tanto como en España durante el verano. Ni que decir tiene que por aquí todo tiene algo que ver con Mozart: la casa donde nació, donde vivió, su plaza, bombones con su cara…era un genio, y de sus genialidades vive media ciudad hoy en día.

Eso sí, también hay que destacar la arquitectura de Salzburgo, llama mucho la atención, y los túneles que atraviesan una roca impresionante sobre la que se asienta la fortaleza. Dos de sus extremos para el paso de coches, -hay varios túneles pequeños para peatones y muy fresquitos-, tienen una decoración espectacular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sois unos zurriagix totales.mucho mejor si salieseis todos los días,honrando a san fermín