viernes, 27 de agosto de 2010

ASIA 2010 (6ª PARTE)

DÍA 6. 27 DE AGOSTO. DE BANGKOK A BALI

La noche no ha podido ser peor. MJ ha dormido poco, pero yo casi nada, por decir algo. Con los nervios de tener que levantarnos tan temprano, me he dormido nada más echarme a la cama, pero a la hora me he despertado con los ojos como platos y ya no ha habido forma de continuar, así que he aprovechado para leer información de Bali, nuestro siguiente destino, que llevaba descargada en el ordenador.

A las 3.00, que se dice pronto, hemos desayunado en la habitación y en media hora estábamos cogiendo ya un taxi en recepción rumbo al aeropuerto (470 baths nos han pedido, más caro que en la ida, pero no eran horas de regatear). Daba gusto la carretera, apenas había tráfico, aunque aún así hemos tardado creo que 32 minutos. El taxista, muy amable, nos ha llevado hasta la puerta donde teníamos que facturar con Air Asia. La verdad es que nos llevamos un grandísimo recuerdo de la gente de Tailandia tras este primer acercamiento, y en unos días volvemos. Siempre tienen una sonrisa en la boca y parecen superfelices, haciendo mucha vida social en la calle. Hay cosas que los occidentales deberíamos aprender.
Llegamos dos horas antes de salir el vuelo al aeropuerto, que nos llama mucho más la atención que el otro día, muy iluminado, todo nuevo y es muy grande. A pesar del horario, hay bastante gente ya esperando. En 15 minutos facturamos las maletas y nos dirigimos para el control de pasaportes, y de allí al escáner. Tardamos como media hora, y para cuando llegamos a nuestra puerta de embarque ya es casi la hora de montarnos.

Un detalle. Nada más llegar a nuestra sala de embarque, nos sorprendemos con que allí hay dos televisiones, así como dos puntos de acceso a Internet gratuito para matar el rato y, en mi caso, detectar que el cabrón del guía que contraté para Bali desde el mes de marzo nos ha dejado colgados. No importa porque hay miles, pero me parece un detalle bastante feo esperar tanto para decir ahora que no.

En cuanto a la compañía que usamos para volar, Air Asia, está considerada de bajo coste, y con ella hemos cogido todos los vuelos de por aquí. Las azafatas son muy ambles y la flota parece nueva, aunque los asientos creo que son un poco más pequeños de lo normal, y en 4 horas y 15 minutos de vuelo se nota. Además, hay que pagar extra por las maletas (tipo Ryanair) y en el avión sólo se pueden llevar 7 kilos (yo llevo más pero nadie me ha pesado nada: durante el viaje podemos echar una cabezada, y tienen una amplia oferta de comida de desayuno, así como sándwich, perritos calientes…, y no están mal de precio, más barato que en las tiendas del aeropuerto.

A las 11.30 (en Bali es una hora más que en Tailandia), llegamos por fin al aeropuerto de Denpasar, capital de esta pequeñita isla que forma parte de la gran Indonesia. Es una isla pequeña pero en fama, desde luego, supera a todo el resto del país. En unos días, esperamos contar aquí qué tiene de especial. Suponemos que sus paisajes, porque ya hemos oído que las playas, aunque están bien, no son para tanto.

Es la una del mediodía y, tras hora y cuarto de viaje en taxi por 200.000 rupias (unos 18 euros), ya estamos en el hotel, situado en las cercanías de la ciudad de Ubud, en el centro de la isla, a unos 30 kilómetros aproximadamente del aeropuerto, que está al sur. El problema es que las carreteras aquí son estrechísimas y malas de solemnidad. Eso, unido al intenso tráfico, hace que sea muy complicado moverse en coche o moto. De todas formas, la larga espera ha merecido la pena.

Tras abonar los correspondientes 21 euros del visado a Indonesia (25 dólares) en el aeropuerto de Ngurah Rai, ya estamos, por fin, en Bali, en el Hotel D’Omah. Por fuera no dice mucho, pero cuando entras al recinto, flipas. Hay plantas por todos los sitios, pequeños estanques con peces, varias piscinas y, lo mejor, la habitación es impresionante. Es como si fuera la parte de arriba de una villa sólo para nosotros. Tiene una habitación de unos 30 metros cuadros, con una cama con mosquitera de esas, tele, dvd, una zona para escritorio, una terraza muy amplia para los dos y un baño enorme, con una bañera gigante y con todas las comodidades del mundo. Vamos, que aquí uno se siente millonario, y todo por 75 dólares la noche, al cambio unos 60 euros incluido desayuno. Esto un auténtico paraíso, aunque como os supondréis, todo paraíso tiene un precio, y en éste, sin duda, son los bichos, arañas, moscas extrañas, libélulas…

Como comentaba en el caso de Tailandia, el euro también se ha depreciado con respecto a la rupia indonesia (maldito Trichet y su BCE), algo más de un 10%. Si antes por cada euro te daban 12.500, ahora 11.100. Aun así, Asia está tirada de precio, como veis, para los occidentales. Como curiosidad, nos ha llamado la atención que en el aeropuerto, que por cierto es del tamaño similar al de Pamplona, había un cartel en el que ponía que entrar drogas al país está castigado con pena de muerte.


Hoy, después de haber dormido tampoco, estamos muertos, y ya es tarde, casi las 5 aquí, así que nos preparamos para comer algo en el hotel. Mj no tiene mucha hambre y opta por comer sólo un postre, que por cierto está buenísimo a base de tortas y coco. Yo pruebo un plato indonesio, pollo a la barbacoa con arroz con especias y una ensalada rara. No voy a decir que estuviera buenísimo, pero se dejaba comer, sobre todo con las salsas picantes que me han traído para acompañar. Comemos los dos, incluidas las bebidas, por unos diez euros.

Después, nos atrevemos a ir al pueblo, Ubud, andando. Son unos 15 minutos a pata, y con unas indicaciones, allí nos plantamos. Lo que pasa es que andar aquí da un poco de asco, las aceras, cuando haya, estan hechas polvo, faltan trozos, hay agujeros..., y no queremos llegar a casa con un esguince de tobillo. Vamos viendo el pueblo y por lo que parece, casi todo se concentra en una única calle principal con tiendas, restaurantes y a cada dos metros alguien te ofrece un taxi o una excursión, es una pasada. Yo les digo que necesitamos un guía en castellano, y entonces todos se echan atrás porque me parece que pocos lo hablan. Eso sí, todos conocen España; bueno, más bien a la selección de fútbol, es lo único que saben decirte cuando dices de dónde eres. Eso, y campeones del Mundo.

Andando, andando llegamos al Palacio de Ubud y allí nos ofrecen unas entradas a 7 euros para ver un espectáculo de danza barong, la más típica de la isla. Le decimos a una mujer que más tarde y nos dice que volvamos a comprarle a ella. Tras recorrer el pueblo, la buscamos y se las compramos. Su compañero de ventas decía en inglés "Increíble, si han vuelto". La gente en Bali da gusto, son todos super amables y serviciales, siempre te sonríen..., hacen que el occidental se sienta superior, y eso no me gusta. Un chico del hotel me tocó ayer la sudadera a ver de qué tejido estaba hecha y antes me pidió perdón. Me dijo: "Es Adidas, yo también tengo una". Y cuando la tocó me suelta: "Es buena, será cara". No sé, es una gente que te hace sentirte como en casa y que siempre intentan ayudarte en lo que puedan, un lujo, vamos.

Al final, tras tomar unos refrescos, acabamos yendo a la danza Barong (son las fotos adjuntas). Al principio es curiosa la música, cómo se mueven las bailarinas, las caretas que llevan los monstruos...es una alegoría de una antigua leyenda de Bali del secuestro de una princesa por un monstruo, de espíritus buenos... eso sí, como no hablan en hora y media y estábamos muertos, sinceramente se nos hizo un poco pesado. Pero tampoco nos hubiera gustado irnos de aquí sin verlo. Para las 22.00, después de regresar andando al hotel, ya estamos en la cama, toca recuperar sueño y calculo que estaremos unas doce horas en la cama, a ver si aguantamos. Soltamos las cortinillas-mosquiteras, y a sobar, como en las películas.

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